SUICIDIO: UNA PANDEMIA SILENCIOSA

El 10 de septiembre se conmemora el Día Mundial de la Prevención del Suicidio, iniciativa de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que cobra especial relevancia en nuestro país, al ser el que tienen la mayor tasa de muertes por esta causa en Latinoamérica.

Por Javiera Swinburn

En Chile la segunda causa de muerte no natural es el suicidio y sus cifras han tenido un importante aumento en la población de jóvenes entre los 10 y 19 años, según el último reporte entregado por el MINSAL. Esto ha despertado gran preocupación en los padres y docentes de la educación, especialmente ahora, que el encierro ha provocado un aumento de la ansiedad, el estrés y la depresión en los niños y adolescentes que salieron un día de sus salas de clases, se despidieron de sus amigos y profesores, y al día siguiente, tuvieron que adaptarse a una nueva realidad.

Loreto Videla, psicóloga del Colegio Pedro de Valdivia, explica que el encierro y el aislamiento social pueden generar cuadros más críticos, incentivando los sentimientos de angustia, de ansiedad y de soledad en niños con presencia de un trastorno psicológico. “Además, tomando en cuenta la etapa de desarrollo en la que se encuentran, donde es fundamental la aprobación e interacción con sus pares, la situación se vuelve más desafiante y se hace difícil poder satisfacer esas necesidades en un contexto de confinamiento mediante las plataformas virtuales”

Por estas razones, también recomienda diferentes formas de apoyo para que la contención familiar se convierta en un refuerzo emocional positivo durante la pandemia.

“Dentro de las cosas que se pueden ir trabajando desde la casa, podemos mencionar el refuerzo positivo, de manera tal que los niños vayan visibilizando cualidades, virtudes o aptitudes para trabajar la autoestima. Además, es necesario observar si es que hay sentimientos de culpabilidad y ayudar a razonar y entender que ellos no son responsables. Entregar un ambiente de estabilidad familiar, donde existe una dinámica lo más sana posible, cuidar la higiene del sueño, mantener una alimentación sana y equilibrada, buscar actividades que los puedan motivar –mediante un acuerdo mutuo, no como algo impuesto– e identificar las situaciones o factores que puedan generar incertidumbre, ansiedad o angustia, son cosas que van a ayudar a que vaya sintiendo que tiene mayor control respecto a cómo enfrentar el problema”, explica.

Y es que luego de seis meses de clases online, el cambio en los ánimos de los estudiantes ha sido notorio.  El aumento del tiempo en pantalla por el consumo de juegos y de redes sociales para la comunicación, han sido un factor que le ha jugado en contra, según lo que nos cuenta la psicóloga.

“Los cambios percibidos se ven más que nada en el desgaste de los niños y adolescentes a estas alturas del año, la necesidad explícita de la interacción social, la desmotivación tangible tanto en las áreas académicas como en otras más personales, se suman a cuadros de ansiedad y angustia provocados por los juegos online y las redes sociales por la tendencia a la comparación”, menciona.

A pesar de que el MINEDUC ha estado trabajando en los protocolos para un retorno seguro a clases, esto es algo que aún se ve muy lejano para los colegios, y las clases online seguirán siendo una realidad a la que habrá que ponerle atención.

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