‘La chica de rosa’cumple 35 años

este aniversario se convierte en la excusa perfecta para recordar la trilogía del director John Hughes, que tan bien retrataba a los jóvenes de la generación de los 80.

La película, estrenada un 28 de febrero de 1986, fue el cierre de la trilogía ideada por el director John Hughes e interpretada por la actriz Molly Ringwald, Jon Cryer y Andrew McCarthy y que estuvo precedida por Dieciséis velas y El club de los cinco. Esta saga retrata la adolescencia norteamericana de los años ochenta con el sentimiento de toda una generación de jóvenes que muchas veces no encontraban su lugar en el mundo. Hughes ofreció a los espectadores la visión de un adolescente que busca diferenciarse pero que, al mismo tiempo, necesita ser aceptado y, como no podía ser de otro modo, ansía enamorarse. Eran tramas que se alejaban de los estándares de la época, donde los jóvenes del cine parecían estar destinados a vivir en una persecución sexual constante, en títulos tipo Porky’s; o a terminar decapitados en un Viernes 13.

Lo que hizo Hughes fue dejar a sus actores adolescentes ser adolescentes. Sus historias reflejan con mayor veracidad un tiempo donde el sexo es más reflexivo y donde las personalidades empiezan a definirse, tras formularse por primera vez las grandes preguntas. “En esa época se piensa mucho más acerca de todo” −diría Hughes−. “Cuando creces, tienes que bloquear esas cuestiones porque estás haciendo frente a las cosas del día a día. En esos años, en cambio, cuando algo te sucedía se percibía de un modo más intenso; parece que todo se vivía más profundamente”.

Esa sensación de intensidad se transmite a lo largo de toda la trilogía, que rememora un tiempo más inocente, donde todas las opciones parecían posibles. En definitiva, fueron las primeras películas en tomarse en serio a los adolescentes, mostrando sus conflictos y sentimientos sin ridiculizarlos pero sin dejar de incluir, por ello, el humor y escenas cómicas.

Además, hablamos de los coloridos años 80, una década de excesos, donde los colores, las hombreras y unos cargados accesorios se entremezclaban con una actitud opuesta a la derrota. Una ambientación que Hughes supo encapsular en su filmografía, aliándose con Marilyn Vance, diseñadora de vestuario y encargada de dar a sus películas ese aire tan reconocible. Actualmente nos podrían resultar combinaciones disonantes, pero en los 80 crearon tendencia y muchos jóvenes de la época soñaban con tener los zapatos blancos de punta de Duckie.

Hughes también escribía y lo hacía rápido. Refugiado en su granja de Illinois, era capaz de terminar un guión en un fin de semana.Pero esos textos, no habría sido iguales sino hubieran estado acompañados de la música que Hughes elegía para cada escena. Canciones que quedarían para siempre vinculadas a sus historias. Imposible no relacionar el Don’t you forget about me de Simple Minds con el celebrado puño en alto de Emilio Estevez al final de El club de los cinco o la escapada de Samantha y Jake mientras suena If you were here de Thompson Twins en Dieciséis velas. De hecho, sus bandas sonoras sirvieron de lanzamiento para muchas bandas. Precisamente La chica de rosa obtuvo su título original, Pretty in pink, del tema de The Psychedelic Furs. Una canción que adquirió fama a raíz de su estreno en cines, habiendo pasado desapercibida durante su lanzamiento varios años antes.

https://open.spotify.com/playlist/3p2Iq15tPzEZZnXPJnUybN?si=KAQQdF1nSTuu63p1KEcweA
clear
TOP