La cantante y actriz ha contado que la pedida de mano de Ben Affleck tuvo lugar en un lugar poco habitual.
Por Francisca Vives K / @franvivesk Fotos: @bennifer.id
A estas alturas ya sabrás que Jennifer Lopez y Ben Affleck están comprometidos de nuevo, dos décadas después de que el actor se arrodillara por primera vez. La poderosa pareja de los años noventa se separó en 2004, pero para sorpresa y emoción de todo el mundo reavivaron su romance en mayo de 2021 y ahora planean pasar por el. El anillo de compromiso de JLO ha dado que hablar, no sólo por su tamaño y hermosura, sino también por su precio de siete cifras, algo completamente esperado en todo caso para la pareja que se la ha visto buscando compran una nueva casa en Los Ángeles.
JLO ha calificado su reencuentro como una “hermosa historia de amor” y ha explicado por qué sigue besándole en público: “No tengo ningún problema con la PDA (demostraciones de afecto en público)… ¡Me encanta! Si realmente lo sientes’.
Sin embargo, también dijo en la misma entrevista que una proposición de matrimonio debería ser una “cosa íntima y sagrada” y que no querría nada demasiado público. Y parece que Ben estaba tomando notas.
En su boletín de noticias, de su web On The JLO, compartió los detalles de cómo Ben le pidió matrimonio, que no sólo fue muy privado como ella esperaba, sino que también ocurrió en un lugar un poco inusual.
JLO escribió: “¿Alguna vez imaginaste que tu mayor sueño podría hacerse realidad? El sábado por la noche, mientras estaba en mi lugar favorito del mundo (en el baño de burbujas), mi hermoso amor se arrodilló y me propuso matrimonio.
Me pilló totalmente desprevenida y lo miré a los ojos sonriendo y llorando al mismo tiempo, intentando hacerme a la idea de que, después de 20 años, esto volvía a suceder, me quedé literalmente sin palabras y él dijo: “¿Es un sí?”.
Y yo le dije: “Sí, por supuesto que es un sí”.
También añadió que, aunque fue un momento discreto, fue increíblemente especial: “Estaba sonriendo mucho y se me caían las lágrimas, me sentía increíblemente feliz y completa. No fue nada elegante, pero fue la cosa más romántica que podría haber imaginado… una tranquila noche de sábado en casa, dos personas prometiendo estar siempre ahí para el otro.
Dos personas muy afortunadas. Que tuvieron una segunda oportunidad para el amor verdadero”.
