Si eres una de las personas que en estos últimos meses de pandemia ha aumentado sus niveles de ansiedad, estrés y tristeza, seguramente te han dado infinitas ganas de asaltar tu refrigerador con frecuencia. Pero, ¿sabes diferenciar cuando el hambre es real o sólo es una respuesta de nuestro estado emocional?
Por María Catalina Maturana
Cuando sentimos que tenemos hambre principalmente pensamos que nuestro cuerpo necesita energía proveniente de los alimentos. Pero, la realidad es que no siempre es así. Las emociones cumplen un rol muy importante en el hambre y el tipo de alimentos que consumimos.
Es común ver que personas que pasan por momentos difíciles o estresantes en sus vidas, se refugien en la comida debido a que les genera una sensación de bienestar. De esta forma, el estado de ánimo influye mucho en la manera de alimentarse.
En este sentido, es muy importante saber diferenciar dos conceptos claves en esta materia, el hambre fisiológica y el hambre emocional. La nutricionista, Javiera Saini, nos explica cuáles son los factores que tenemos que considerar para poder entender y escuchar nuestro cuerpo.
¿Qué es el hambre fisiológica?
Es causado por la necesidad fisiológica que tiene cada organismo de obtener nutrientes para sobrevivir y funcionar correctamente, en otras palabras, es el hambre “real”. Aparece lentamente y su intensidad va creciendo a medida que pasan las horas. Es una sensación principalmente de vacío a nivel del estómago, después de pasar muchas horas sin comer. En este tipo no se necesita un alimento en concreto o en particular, sino que cualquiera que nos satisfasga ese efecto que produce el apetito.
¿Qué es el hambre emocional?
Es el hambre que tenemos como respuesta a nuestras emociones, como la pena, tristeza, rabia y felicidad. Se caracteriza principalmente porque aparece repentinamente, de manera impulsiva e incontrolada. Generalmente surge el deseo de comer alimentos particulares y reconfortantes, como altos en azúcares, grasas y sodio. Además, en este caso, aunque la persona se sienta saciada igual sigue comiendo y no es algo fácil de controlar.
Muchas personas tienden a esconder sus emociones por la alimentación. En el contexto de la pandemia, esto se ha vuelto muy frecuente por la sensación de incertidumbre que nos provoca el aislamiento social. Pero, ¡ten cuidado! Satisfacer frecuentemente tus necesidades emocionales a través de la comida, se puede convertir en un hábito, aumentando considerablemente los riesgos y probabilidades de sufrir algún grado de sobrepeso.
¿Cómo se pueden diferenciar?
La nutricionista, Javiera Saini, explica que es un trabajo importante e individual que consiste principalmente en el autoconocimiento de cada persona. “A pesar de que los nutricionistas tengamos diferentes prácticas para manejar estas hambres, va a depender en gran parte del trabajo de la persona. El autoconocimiento es muy importante para poder diferenciar estos tipos de hambre, hay que saber escuchar nuestro cuerpo”.
Antes de comer algo es necesario reconocer cuál es la señal que nos lleva a la acción de comer y preguntarse si tuvimos una emoción fuerte o si realmente es hambre por no haber comido hace bastante rato.
También, es clave aprender a autocontrolarse e identificar de dónde y porqué surge el hambre emocional. Encontrando el origen del problema se podrá llegar a una solución más fácil.
Por otro lado, es fundamental practicar la alimentación consciente. Para esto, a la hora de comer, hay que evitar todo tipos de distracciones como el celular o la televisión. Hay que tener conciencia de qué estamos comiendo y al momento de ingerir ser capaces de distinguir olor, sabor y textura.