Vida Sustentable: La difícil tarea de quererse “tal cual somos”

Karolina Lama, psicóloga terapeuta especializada en hambre emocional y trastornos alimenticios.

En mi último libro, “¿Por qué no puedo parar de comer?, Diario para sanar el hambre emocional”, planteo este concepto, como una suerte de camino para alejarnos de tendencias transitorias e invitar a mis lectoras/pacientes a tomar las riendas de quiénes son y quiénes quieren ser. 

Entre mandatos sociales que nos instan a ser exitosas, bajar de peso, querernos y  aceptarnos, pero que también nos dicen que no podemos conformarnos – que tenemos que ser nuestra mejor versión- las mujeres estamos cada vez más sobrecargadas de deberes que de quereres. Entonces, más que dietas para alcanzar un peso ideal, las invito a construir un espacio de comodidad y bienestar en relación a nuestro propio cuerpo al que he llamado peso sustentable. 

Más que someternos a rigurosas pautas alimentarias, postulo una alimentación sustentable, una que nutra no solo nuestro cuerpo, sino que también nos acompañe a tener una vida más sana. 

El concepto contemporáneo de salud cobra más significado que nunca: completo bienestar psicológico, físico y social. Por eso, construir una vida sustentable va mucho más allá de un peso, una dieta, una tendencia de marketing o de una psicología de supermercado, y eso es lo que pongo en práctica en “La Terapia”, mi metodología de trabajo en grupo que nos conduce desde el reconocimiento de nuestras emociones y del rol que ha jugado el comer en nuestra historia hasta ahora, para así lograrlo: La baja de peso es una consecuencia de la comprensión de quienes somos hoy y de quienes queremos ser, en medio de los constantes cambios propios de la vida. 

Alimentación sustentable

Vivimos en un planeta en crisis. Los seres humanos nos hemos dedicado a consumir y a arrasar con los recursos naturales de la tierra. Los maravillosos avances tecnológicos y científicos que nos hicieron la especie dominante han empezado a mostrar sus consecuencias: el calentamiento global amenaza con destruir nuestro ecosistema. La obsesión del mercado por la productividad y las ganancias económicas no solo lo está matando, también a quienes lo habitamos: a ti, a mí, ¡a todos!

Investigando para mi último libro “Por qué no puedo parar de comer” (Penguin , 2021) me encontré con un estudio publicado en el 2019 por la prestigiosa revista de divulgación científica The Lancet, que advierte que «Los sistemas alimentarios actuales no solo impulsan las pandemias de obesidad y desnutrición, sino que también generan entre el 25 y el 30 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). Otro ejemplo son los sistemas de transporte dominados por los automóviles, motivando estilos de vida sedentarios y generando entre 14 y el 25 por ciento de los GEI».

Así, un plato de comida que no esté plagado de químicos y pesticidas, grasas saturadas, exceso de sodio, etc., se ha convertido en un lujo que no todos podemos costear, al menos en las grandes urbes donde las marcas de la gigante industria alimentaria tienen atiborradas las alacenas de supermercados, los almacenes de barrio y kioscos con sus productos ultra procesados. Con seductores empaques de colores todos, desde los niños hasta adultos mayores, caemos rendidos ante su última tentación. Dulce o salada… da igual ¡hay para todos los gustos!

Peso sustentable       

Y si es complejo el acceso a una alimentación sustentable, alcanzar un peso sostenible, saludable y ,también, sustentable, se ha vuelto un deseo contradictorio. 

En los últimos años una diversidad de voces han emergido a criticar el canon estético imperante desde mediados del siglo XX y a levantar un tema controvertido: el tamaño o la talla no es igual a salud.  Movimientos como Body PositiveBody Neutrality o Health at Every Size , donde el objetivo es la aceptación de los cuerpos tal cual son -con curvas y arrugas-, pero con un énfasis en el bienestar y la salud tanto física- psicológica- social, se mezclaron con el movimiento gordo, que es un movimiento político anti-sistémico que pone en duda incluso el concepto mismo de salud como la entendemos hasta ahora. 

Producto de esto, y sin quererlo, muchas personas se sienten confundidas, ambivalentes y angustiadas porque ya no saben qué es “verdad” o como abordar este nuevo mandato: debes quererte tal cual eres. Y ¿si esa que estoy siendo se siente incomoda en su propio cuerpo? ¿Si ese cuerpo está cansado y se está enfermando producto del exceso de comida de mala calidad?  Quererse tan cual uno es, implica poner en juego el amor a sí mismas. Y el amor se demuestra, no es algo abstracto. La invitación es tratarnos como trataríamos a nuestra propia hija o hijo. ¿Dejarías que tu hija coma todo lo que quiera sin límites? ¿Pondrías en riesgo su salud porque quiere comer cosas ricas que le dan placer pero que la dañan? Y, por otra parte ¿la expondrías a dietas extremas sin sentido para que pueda responder al ideal de belleza imperante? 

Alcanzar un peso sustentable tiene que ver con habitar el cuerpo que tenemos cómodamente. Sin que este se vuelva un problema para vivir la vida que añoramos tener, ni que condicione nuestra conducta o nos avergüence. Decía que la definición de salud incluye las variables psicológicas -emociones, conductas y creencias- así como las sociales. 

En las reuniones grupales que realizamos semanalmente con nuestro Círculo de mujeres llamado  “La Terapia”, analizamos y profundizamos todos estos conceptos y mandatos, comprendiendo que la vida es CON emociones y que para poder tener una vida saludable no basta con cambiar de hábitos, moverse más o comer mejor. Hace falta entender qué emociones nos estamos comiendo y cuál es la función que el mecanismo de comer -y no la comida- tiene en mi vida hoy. 

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