Con una energía arrolladora y el carisma intacto, el actor hizo de la alfombra roja su escenario personal durante el estreno mundial de Misión Imposible: Sentencia Final. A los 62 años, Cruise sigue siendo el show dentro del show.
Por Fran Vives K. / @franvivesk Fotos: @tomcruice y @gregwilliamsphotography
Fue el regreso más esperado de la segunda jornada. En medio del desfile de estrellas que cada mayo transforma La Croisette en una pasarela de glamour, hubo un nombre que concentró todas las miradas: Tom Cruise. El actor estadounidense, ícono de la industria y sinónimo de taquilla, volvió al Festival de Cannes con la misma intensidad con la que se lanza de un rascacielos en sus películas.
A tres años de su última aparición en el certamen, Cruise llegó para presentar la nueva entrega de la saga que ha marcado su carrera y redefinido el cine de acción: Misión Imposible: Sentencia Final, que se estrenará en cines el próximo 22 de mayo. Y lo hizo a lo grande: pasó literalmente más de una hora saludando, firmando autógrafos, posando para cientos de cámaras y regalando gestos de complicidad al público, con un carisma que solo alguien como él podría sostener sin perder el encanto.

La alfombra roja estaba a punto de estallar de esmóquines y vestidos de alto impacto —con volúmenes excesivos que aún se toleran—, y el sol veraniego no daba tregua. Pero ni el calor ni la espera desanimaron a Tom Cruise, que subió los famosos 24 escalones del Palacio Lumière acompañado por el director Christopher McQuarrie y buena parte del elenco: Simon Pegg, Angela Bassett, Hayley Atwell, Greg Tarzan Davis, Tramell Tillman, Esai Morales, Hannah Waddingham y Pom Klementieff. Mientras ascendían, una orquesta interpretó en vivo el mítico tema compuesto por el argentino Lalo Schifrin para la serie original, que luego se transformó en remix de DJ durante los 15 minutos que duró su recorrido. Con tanto despliegue, la proyección comenzó con considerable retraso… pero nadie parecía estar apurado.


Y antes de este despliegue, Cruise ya había regalado otro momento inolvidable. Horas antes del estreno, apareció por sorpresa en un encuentro con McQuarrie y compartieron casi una hora de anécdotas y confidencias sobre los rodajes de la franquicia, muchas marcadas por el riesgo extremo. El actor sigue filmando sin dobles y lo explica así: “No tengo miedo de encontrarme frente a lo desconocido. El cine es emoción y placer, y cuando hay que hacer esfuerzos, prefiero enfrentarme personalmente a ellos”. Para él, el peligro no es algo a evitar, sino un motor: “Algunas personas pueden tener miedo a lo desconocido; yo más bien siento curiosidad”. Desde niño, se guía por esa inquietud: “Es mejor intentar algo que no hacerlo… No pidas permiso para hacer algo. Sencillamente, hazlo. Y no esperes que salga perfecto, porque la vida no lo es… Inténtalo todo”.


Tras la función, la recompensa: el público ovacionó a Cruise durante más de cinco minutos. Un aplauso de pie que selló la conexión entre un artista que no deja de exigirse y una audiencia que todavía cree en el espectáculo. Él, como siempre, lo dio todo. También compartió ese instante con su equipo, entre selfies espontáneos y abrazos sinceros con sus compañeros de reparto. Tom Cruise volvió a subir los escalones del Lumière no como una leyenda que vive de su pasado, sino como un artista que sigue apostando por el cine como experiencia total. A su manera, el eterno héroe de acción convirtió Cannes en su propia misión cumplida.