Reducción de mamas: una opción para muchas

No solo es una intervención estética, si no que mejora significativamente la calidad de vida de las pacientes. Actualmente, son muchas las mujeres que acuden al cirujano plástico para achicar el tamaño de sus mamas, por los dolores e incomodidades que sufren diariamente.

Por María Catalina Maturana

20/11/2020

La reducción de mamas es un procedimiento quirúrgico para disminuir el tamaño de los pechos. Está recomendada principalmente a mujeres con mamas grandes y que presentan algunos problemas por el excesivo peso de las mamas, como dolor de espalda y de cuello.

El cirujano plástico, Esteban Torres, explica que, por lo general, es recomendable la reducción de mamas cuando la mujer termina la etapa de desarrollo. Sin embargo, hay casos especiales de mujeres menores de edad que tienen pechos muy grandes, que les generan molestias y afectan su bienestar, por lo que hay que operarlas.

La mayoría de las pacientes que tienen mamas muy grandes consultan primero al traumatólogo por dolor de espalda. Cuando el profesional descarta problemas de esa índole sugiere reducir el tamaño de las mamas para quitar los malestares. “Estos casos se consideran como cirugías reconstructivas, por ese motivo es cubierto por las Isapres y seguros de salud. Esto ocurre siempre cuando en la operación se extraigan 330 gramos de mama por lado”, explica el cirujano.

La cirugía es un procedimiento que se realiza con anestesia general y que en promedio tiene una duración de aproximadamente dos horas. Los riesgos son bajos, similares a los de cualquier procedimiento quirúrgico.

Una mejor vida

Sin duda, la reducción mamaria es una cirugía que cambia notablemente la calidad de vida de las pacientes. Además de mejorar su salud, favorece la armonía corporal y directamente la autoestima.

“Me realicé una reducción mamaria y literalmente me saqué un peso de encima. Ya no sufro de dolores de espalda, era súper invalidante. Ni hablar de los complejos que tenía. Desde los 15 años que sentía que mis mamas llamaban la atención por su tamaño, era muy incómodo ver cómo automáticamente la vista de las personas se iba a mi delantera, sentía que los hombres ni siquiera ponían atención en lo que les hablaba. Esto hacía que eligiera ropa que me escondiera, en vez de buscar algo que fuera realmente de mi gusto y que fuera con mi personalidad, algo que a esta altura ya había perdido. Tras la operación todos aquellos dolores físicos y del alma se fueron. Voy por la vida con mucha más confianza”, cuenta María Victoria, mujer de 61 años.

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