Tejer y bordar ya no es tareas de las abuelas como siempre se dice. Pintar muebles y jardinear tampoco. La pandemia nos ha obligado a buscar mecanismos para despejar la mente y mejor aun si lo podemos ver materializado en algo que sea agradable a los ojos.

Por Bernardita Cruz Baraona / @bernicruzmr

Era 2004 y por televisión se seguía un juicio icónico porque comprometía a una de las figuras más reconocidas de los Estados Unidos, quien, además de tener un imperio avaluado en 5 mil millones de dólares, enfrentaba cargos de conspiración y obstrucción a la justicia al vender acciones de la empresa ImClone Systems, usando información privilegiada. Martha Stewart, estuvo en prisión hasta 2005.

Pero más allá de su record policial, ella a sus 78 años continúa siendo una mujer a la que se le sindica como la persona que popularizó en los medios de comunicación ciertas actividades que siguen siendo consideradas retrógradas como tejer, bordar, jardinear y, por supuesto, cocinar.

Es que, en el inconsciente colectivo, este tipo de actividades son más bien labores y que debían cumplir las dueñas de casas, algo tan propio del machismo reinante sobre todo durante décadas pasadas. Seguramente eso es lo que le trajo una fama nada de positiva a este tipo de acciones.

Lo cierto es que poco a poco a Stewart se le fueron sumando con los años nuevas voces y rostros que pusieron a esas labores en la palestra cautivando a fanáticas y también fanáticos en todo el mundo.

Y lo cierto es que hoy en día, tejer, bordar, cocinar, jardinear y pintar, no solo se convirtieron en una fuente de ingresos en plena pandemia y desempleo, sino también, en una vía de escape ante tanta mala noticia.

Tejeterapia

Cuando las cifras son malas para gran parte del país y muchas pymes tienen que cerrar sus puertas producto de las constantes cuarentenas, hay ciertos rubros que han sacado cuentas alegres. Uno de ellos es todo lo que tiene que ver con manualidades, sobre todo, con la actividad estrella del momento y que es tejer.

Y no solo en Chile. En 2010, un par de españoles que estaban en Nueva York vieron a una mujer tejiendo en el metro. “Era tan cool y juvenil”, señalaron a un medio de comunicación. Fue así como apostaron por las lanas como un nuevo foco de negocio muy lejano a la idea de que tejer fuera solo cosa de abuelas.

El éxito fue inmediato. En 2011 facturaron 20 mil euros. En 2012 fueron 120 mil y en 2013, fueron 500 mil. En plena pandemia y con cuarentenas en todo el mundo, ofrecer sus productos en la web no hizo otra cosa que multiplicar las cifras. En un solo día, han llegado a vender 100 mil euros solo en ovillos.

Incluso, gracias a esta y otras marcas, sobre todo escandinavas como Knitting for Olive, una empresa familiar danesa con sede en Copenhagen, donde además de vender lana exclusivos también ofrecen sus propios patrones.

En Chile ha pasado el mismo fenómeno. Hace unos años comenzó el boom de las lanas y se establecieron a lo largo de Chile varios locales donde se ofrecían de todo tipo, calidad y precio. Incluso, muchas pymes optaron por importar fibras premium desde distintas partes del mundo y otras eligieron producir sus propias líneas. Es más, lo mismo ha ocurrido con las herramientas como los palillos.

Claro que quienes también están sacando cuentas alegres son los locatarios de sectores donde la venta de lanas es a menor precio lo que hace tener filas de personas esperando a ser atendidos.

Las populares calles 21 de julio y Rosas en Santiago colapsan de tantos clientes a la espera de sus ovillos. Es que muchos de ellos además encontraron en los tejidos una fuente de ingresos. Claudia Lobos ha

enfrentado el desempleo vendiendo chalecos hechos por ella misma. Dice que le ha permitido mantenerse en pie. Sus compradores son personas cercanas que conocen de su trabajo e incluso un par de tiendas de ropa le compran para luego revender a mayor precio.

En Rosas, Isabel Moreno ha encontrado todo lo que necesita para tejerle a sus hijos. Es la forma que tiene de regalonearlos y, también, de escapar de las noticias que la atormentan. Dice que durante mucho tiempo dejó de hacer esta actividad porque muchas de sus amigas le hacían saber que era una labor de abuelas y que las mujeres empoderadas no hacían ese tipo de cosas. “Pero entendí que todos podemos hacer lo que nos ayude en esta época. Algunos hacen puzles, otros pintan…”, dice.

Y no está equivocada. En el caso de las lanas se habla de la tejeterapia un concepto que establece que tejer es el nuevo yoga ya que reduce las hormonas del estrés, aumenta el nivel de endorfinas y produce relajación al ejercer movimientos repetitivos.

Su popularidad es tan grande que incluso en varios países ya es parte del currículo escolar, al igual que deportes, ya que se considerada trascendental para desarrollar la motricidad fina y también para el manejo de emociones de niñas y niños.

Porque en esta aventura los hombres de todas las edades también disfrutan. De hecho, recién vimos en los Juegos Olímpicos de Tokyo como el clavadista británico Tom Daley, tejía en las gradas en su tiempo de descanso.

Puntadas fascinantes

Pero no todo es tejido. En Chile y el mundo hay otra actividad que solía atribuirse a las abuelas pero que se ha vuelto sinónimo de relajo y tendencia. Porque bordar está hoy tan de moda como tejer.

Se trata de una técnica nacida en el siglo XVI y que ha ido teniendo cada vez más fanáticos en el mundo. Incluso grandes diseñadores de moda han incluido el bordado dentro de sus exclusivas producciones e importantes artistas lo han llevado en sus trabajos.

Sin embargo, durante las últimas décadas esta actividad había quedado consignada solo a gente mayor. Eso, hasta que distintos grupos pusieron las puntadas nuevamente de moda mediante cursos online, libros con diseños exclusivos, materiales nuevos, herramientas que enamoran con su estética y la magia de convertir un objeto en algo único mediante la intervención con hilos.

Bordar también ayuda en tiempos de pandemia, básicamente porque requiere de concentración para realizar cada trabajo por lo que la mente descansa. Además, requiere de una buena cuota de creatividad tanto para diseñar, como combinar colores, técnicas y materiales, incluso para escoger qué objeto intervenir.

Varias tiendas de manualidades ofrecen productos únicos que prometen hacer de las puntadas una experiencia placentera. Hilos traídos de todas partes del mundo y con una paleta de colores infinita, bastidores de diversos materiales y agujas realizados con exclusivos materiales, es solo parte de lo que se venden en estos lugares que muchos ya señalan como boutiques.

Uno de ellos es Cordelia (@tiendacordelia) donde se encuentran lanas, palillos y un sinnúmero de elementos que además de útiles son adorables. “Sí, hemos incluido productos premium porque el cliente con el tiempo ha conocido y tenido acceso a más tipos de productos donde la calidad sí importa al momento de crear un proyecto final”, comenta su dueña Trinidad Monardes.

“El boom del bordado ha sido resultado de la pandemia, pero también es un medio de expresión a todos los cambios que se están generando tanto en nuestro país como a nivel mundial, siendo así una forma de hacer comunidad en torno al bordado y las manualidades”, explica.

Manos de tijera

Otras de las actividades que están viviendo un verdadero boom sobre todo en tiempos de pandemia es la jardinería. Porque querámoslo o no, hemos pasado tanto tiempo en un solo lugar por las cuarentenas, que el que este se vea estéticamente agradable a nuestra vista ha adquirido mayor importancia. A eso, hay que sumarle que la mayor cantidad de la población en Chile ha tenido que pasar los días enclaustrados lejos de áreas verdes, por lo que un jardín, aunque sea en forma de macetas en un balcón, se han transformado en verdaderos oasis.

Tahis Eskenazi (@tahis.eskenazi.paisajismo) es una reconocida paisajista y cuenta que el encierro nos ha llevado a apreciar el contacto con la naturaleza y los espacios exteriores con mayor fuerza que nunca. “El mundo natural ha sido siempre fuente de inspiración y paz para el ser humano y hoy esa relación con los espacios abiertos se ha vuelto una necesidad imperiosa para todos.”, asegura.

Y a esas ansias de disfrutar de espacios verdes se le suma la incorporación de especies y cultivos que se enseñan a través de redes sociales e incluso plataformas como YouTube. Es así como los huertos que incluso se pueden poner en pequeños maceteros en un balcón, han adquirido gran auge tanto por el concepto de sustentabilidad como su aporte estético. Lo mismo ocurre con proyectos de cultivos de flores como tulipanes o peonías.

Hay varias pymes que se dedican a la venta de semillas, bulbos y rizomas. Y en cuanto a las huertas, además hay emprendedores que se arriesgaron y hoy sacan cuentas muy alegres vendiendo jardineras especialmente hechas.

La paisajista Tahis Eskenazi sostiene cuidar y mantener jardines y hasta pequeñas plantas va más allá de lo simplemente estético. “Este es un punto muy interesante, que se remonta a nuestra esencia como seres humanos, desde nuestro centro más primitivo.  El contacto con la tierra, con las plantas, el ser testigos de sus procesos y ser parte de sus cuidados nos ayudan a contactarnos con lo más básico. Incluso físicamente nos impulsa a movernos, a agacharnos, fomenta la tonificación muscular e incluso la coordinación óculo manual siendo un excelente ejercicio tanto para niños como para adultos”, afirma.

Tahis también comenta que abonos, agua, buena tierra, aireación, luz y poda son los básicos para mantener o cultivar. Y según su propia óptica, comenta que incluso la gente está mirando más sus jardines y las flores. El color ha pasado a ser un elemento fundamental en el diseño y reestructuración de los espacios. “La búsqueda de luz, a través de las podas también ha sido un tremendo foco estos últimos dos años”, sostiene.

Mucho color

Y si hablamos de arreglar los lugares donde hemos pasado meses de cuarentena, sin duda los muebles son un gran factor. Por lo general, se piensa que todo debe ser comprar porque recomponer es sumamente costoso. Y no es así.

Hace unos años, comenzó un boom de brochas y colores que le dieron nueva vida a muebles gastados. En el mercado además, se instalaron varias pymes que ofrecen insumos y herramientas de primer nivel y, además, innovadoras, como la pintura a base de tiza, que seca rápidamente y no deja olor. Además, el objeto a pintar puede ser desde tela hasta fierro.

En La Mura y la Deco (@la_mura_y_la_deco) precisamente ofrecen eso y más. Sus dueñas, Silvana Arru y María José Reyes, afirman que al estar más tiempo en casa se ha vuelto imperante la necesidad de sentirse cómodo en el lugar donde se esté encerrado.

Pero también, saben de los beneficios que trae el poner manos a la obra y pintar. “Las manualidades o cualquier expresión artística nos saca de la rutina, mejora la ansiedad y la depresión, estimula el cerebro y reduce significativamente el estrés”, afirma Silvana.

En plataformas como Pinterest hay tableros dedicados a la pintura de muebles, donde se encuentran desde los paso a paso, técnicas, proyectos, datos e ideas.

En La Mura y de Deco, además hacen talleres donde enseñan cómo pintar un mueble. “Existe mucho interés por pintar muebles y aprender a hacerlo, nos sorprende la cantidad de gente que quiere asistir a nuestros talleres para aprender técnicas y pátinas decorativas, la verdad que la mayoría pinta un mueble y no paran. Eso nos tiene muy contentas porque hay gente que entiende la necesidad de reutilizar, que se aburre de ver lo mismo en su casa y necesitan un cambio que no necesariamente implica comprar otro mueble y deshacerse de los que tiene en casa” comenta Silvana.

Porque además de relajar la mente y ejercitar el cuerpo, también implica un cuidado al medioambiente al poder reciclar muebles que ya estaban en desuso.

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