El glorioso regreso de Marc Jacobs con una colección otoño/invierno del todo gusto para la generación z.
Por Francisca Vives K. / @franvivesk
El desfile de Marc Jacobs ha sido la primera presentación que Nueva York ha visto de manera “normal”, es decir presencial y como siempre, desde el inicio de la pandemia. Y lo ha hecho con una colección impresa de un optimismo contagioso de los años 60 en los que se inspira, pero que claramente amará la generación Z. Y en general todos los amantes de la moda, pues de alguna manera aburridos ya de la ola de espectáculos digitales que los asistentes habituales han tenido que consumir durante más de un año, el desfile de Jacobs llega como una luz de esperanza. Se realizó en la Biblioteca Pública de Nueva York, aunque fue proyectado de manera simultánea en la fachada de Bergdorf Goodman. El evento representa el principio de la colaboración entre la firma y los grandes almacenes neoyorkinos, que serán los que vendan de manera exclusiva la colección a todo el mundo cuando aterrice para el otoño norteamericano.
En el comunicado que acompañaba al desfile, titulado Happiness (felicidad), el diseñador reflexiona sobre la importancia de la creatividad : “En nuestro viaje de vuelta a hacer lo que más amamos […] me recuerdan por qué la creatividad es tan vital en nuestra existencia, en la vida”, dice el manifiesto, hablando de cómo su decisión de parar les ha permitido bajar el ritmo para meditar y evaluar lo que les funciona, lo que aman, lo que están deseando dejar ir o lo que de verdad tiene valor. Hay que recordar que el creador no presentaba una colección desde febrero del año pasado, aquella propuesta de otoño 2020 coreografiada por Karole Armitage. “Crear una colección requiere un esfuerzo enorme durante muchos meses desde nuestro pequeño grupo de talentosos y dedicados individuos” confiesa. Y agrega: “Mientras el mundo continúa cambiando a una velocidad inimaginable, mi amor por la moda, el deseo de crear y compartir colecciones a través de este sistema – la pasarela – pervive. A través del carácter físico de esta experiencia compartida, espero ofrecer un momento de inspiración, curiosidad, asombro y posibilidad”.
En cuanto a la colección, si la industria necesita urgente de una buena dosis de optimismo, el desfile de Jacobs tiene lo necesario para ello. Por eso ha elegido la década del 60 como fuente de inspiración y no hay algo que define mejor aquellos años que el maravilloso colorido. Tonos vivos como el naranja, el amarillo o el azul turquesa, Jacobs los lleva hasta su máxima saturación en vestidos que abrazan el cuerpo a modo de caftán y se acompañan con negro para un contraste todavía mayor.
Y no es sólo la paleta cromática, es también el uso de sus estampados: una apuesta gráfica contenida pero maravillosamente efectista. El diseñador vuelve a la iconografía artística que de alguna manera definió también la moda de los últimos años de los 60, como el op-art. Así utiliza las rayas en blanco y negro para construir, de nuevo, impactantes total looks cargados de dinamismo a través de prendas acolchadas y diseños de punto.
Pero sin duda, lo que mas define esta colección es el patrón oversize, la prenda amada de la generación Z, y luego de la pandemia de muchas otras generaciones también. No resulta difícil imaginar a Billie Eilish enfundada en este tipo de estilismos que Jacobs también recrea en tonos neutros como el gris, el café o el camel con sutiles contrastes en piezas intermedias en azul o naranja. Definitivamente, se trata de una grandísima colección ideada para una generación que desea sentirse sofisticada.