Carlos y Diana antes de la boda real

Así eran la princesa y el príncipe de Gales antes de dar el “sí” frente a 2500 invitados y 750 millones de testigos televisivos. Un soltero cotizado y una inocente joven que cruzaron sus vidas en un paseo campestre y que conformaron una relación que permanece en la mente de las personas.

Por Bernardita Cruz Baraona / @bernicruzmr

Poco se sabe de cómo partió la relación entre Carlos y Diana. Poco se sabe de la vida que ambos tenían antes de conocerse. Y poco se sabe de cómo el amor había golpeado varias veces la puerta del heredero, incluso con la mismísima hermana de Lady Di.

Antes de conocer a la princesa, Carlos era considerado uno de los solteros más codiciados del mundo. Sobre sus hombros caería un reino una vez que su madre muriera, la reina Isabel II. Al príncipe se le relacionó con varias mujeres, entre ellas estaban la chilena Lucía Santa Cruz considerada su primera novia; lady Jane Wellesley, la hija del duque de Wellington; Anna Wallace; Caroline Longman; Sabrina Guinness; lady Sarah Spencer, hermana de Diana; y, por supuesto, Camilla por aquel entonces Shand y que luego de casarse con su primer marido adoptó el apellido Parker–Bowls.

Ni Lady Di ni Camilla fueron las únicas mujeres con las que el príncipe quiso casarse. Antes de ellas hubo una joven llamada Amanda Knatchbull quien era nieta de Louis Mountbatten, tío abuelo de Carlos. Por aquel entonces, ella solo tenía 17 años por lo que su madre, además madrina de él, se opuso a que fueran novios.

Cuatro años después, justo antes de comenzar su noviazgo con Diana, la joven, el tío abuelo y Carlos, entre otros, quisieron viajar a India. Felipe de Edimburgo se opuso ya que quería mantener a su hijo alejado de su tío por tener muy mala fama.

Amanda Knatchbull

Carlos partió a la India y al mismo tiempo Louis Mounbatten fue asesinado junto a su mujer y un hermano del padre de Amanda. El príncipe volvió a Inglaterra con la firme convicción de casarse con ella, sin embargo, la joven rechazó la propuesta.

Otra mujer que se vinculó a Carlos fue María Astrid, princesa de Luxemburgo. Incluso a ellos se les catalogó como novios oficiales.

Pero, sin dudas, la mujer que más marcó su vida fue Camilla, divorciada de Andrew Parker–Bowls. Ella fue rechazada como pareja del heredero, no solo porque estuviera separada sino porque mantuvieron un romance mientras ella y Carlos estaban casados respectivamente. Eso, a ojos de la iglesia de Inglaterra, no era digno de quien además de recibir la corona, tendría a su cargo el anglicanismo.

Finalmente, después de hacerse pública la historia de un amor prohibido, infidelidades, desamores y una historia que estuvo lejos de ser de cuento de hadas, Carlos y Camilla se casaron por el civil en Windsor el año 2005. Ella eso sí, recibió el título de duquesa de Cornualles y no de princesa de Gales, por respeto a la memoria de Diana y evitar la desaprobación de la gente.

Un día de campo

Mientras Carlos era considerado un soltero codiciado y en la corona ya se preocupaban de que no se casaba y, por lo tanto, no aseguraba un nuevo heredero, a Londres llegaba una joven de 19 años de origen aristocrático que había crecido en Park House, Sandringham.

Su nombre era Diana y llamaba la atención por su belleza y timidez. Hija del conde Spencer y la vizcondesa de Althorp, tenía estrechos vínculos con la realeza. Sus abuelas habían sido damas de compañía de Isabel, la reina madre e incluso, su familia le arrendó una casa a Isabel II.

Además, en Sandringham, la familia real tiene una residencia donde pasa sus vacaciones así que en esas semanas, Diana jugaba con los príncipes Andrés y Eduardo.

A Carlos, Diana lo conoció cuando tenía apenas 16 años y el príncipe 29 y salía con Sarah, hermana de Lady Di. La relación no prosperó porque ella habría comentado que jamás se casaría con él y que quería vivir libre.

En una entrevista el heredero aseguró que cuando vio por primer vez a la joven que luego se transformaría en su esposa, “haber pensado en lo alegre, divertida y atractiva que era ella; muy divertida, animada y llena de vida”.

Tres años más tarde, Carlos y Diana volvieron a verse en un día de campo en Sussex. Era 1980 y a la joven le avisaron que “el príncipe de Gales va a estar”, según el documental “Diana: En sus propias palabras”. “Él acababa de romper con su novia y su amigo Mountbatten había sido asesinado. Creí que sería bueno verlo… Me senté allí y este hombre entró y pensé: ‘Bueno, ahora sí estoy bastante impresionada’. Yo era diferente”, se agrega en la cinta televisada.

Los relatos de quienes estuvieron presentes en el día de campo, aseguran que Carlos se fijó inmediatamente en ella. Comenzó la conquista con un príncipe mostraba mucho interés y que luego dejaba de llamarla. La misma Diana contó en una oportunidad que cada vez que sonaba el teléfono en el departamento que arrendaba junto a tres amigas, todas gritaban.

Luego, la invitó unos días a Balmoral donde el romance se hizo evidente. Seis meses después, el príncipe le pidió matrimonio. Era febrero de 1981, y el palacio de Buckingham anunciaba la noticia:

“Con el placer que la reina y el duque de Edimburgo anuncian el compromiso de su amado hijo, el príncipe de Gales, con Lady Diana Spencer, hija del conde Spencer y la honorable señora Shand Kydd”.

Tras haber salido tan solo 13 veces, el 29 de julio de 1981, Diana llegaba en un carruaje de cristal a la catedral de Saint Paul enfundada en un vestido diseñado por Elizabeth y David Emanuel, con mangas amplias y una cola de ocho metros, acompañado por un par de flats adornados con brillantes y perlas que en las suelas tenía las iniciales C y D. Junto a su padre, Diana ya de 20 años, entraba así a la gran boda real del siglo XX, ante la expectación mediática, millones de fanáticos, y que no solo marcaría su historia con un simple “sí”, sino que, además, la de toda la casa real británica.

Nacía toda una rockstar.

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