ANA TIJOUX, RAPERA CHILENA

DONDE SU VOZ LA LLEVE

Ya sea para denunciar lo que considera injusto, para definirse o para declarar sus creencias… Ana Tijoux no escoge a la ligera. 2019, además de unirse a la protesta chilena con “cacerolazo”; participó Del festival reivindicativo catalán “El Tingladu de Vilanova”, O más bien este festival la eligió a ella. Su banda ha sido una de las pocas no catalanas que ha sido invitada a participar. Años atrás fue Manu Chao.

Texto: Lourdes Andrés. Fotografías: Guille Vargas Pohl, desde Vilanova i la Geltrú.

Con la escalada de protestas en Chile, la voz de la artista Anita Tijoux (43), se hacía oír y se sumaba al malestar popular, regalando a los transeúntes de Union Square, en Manhattan, un concierto espontáneo con su canción “Cacerolazo”. Un tema que ha compartido en redes sociales sobrepasando el millón y medio de visualizaciones en Youtube. “No son 30 pesos, son 30 años”, dice la letra, confrontando esa tesis que explica la catarsis colectiva con la subida del precio del metro como única causa.

Las redes sociales de Tijoux han despertado junto al descontento social chileno. La suya, su voz, se ha unido a la protesta de muchos en la calle. Su reacción es coherente a su historia. Hija de padres chilenos exiliados tras el golpe de estado del 11 de septiembre de 1973, nació allá en 1974. Aunque, recién a los 6 años conoció Chile, tiene vínculos fuertes con la tierra de sus progenitores y en momentos como éste es cuando más se le notan.

Hablamos con ella en Vilanova i la Geltrú, ciudad vecina de Sitges, a 45 kilómetros de Barcelona. Ana Tijoux aterrizó en el festival de Vilanova, El Tingladu, en un vuelo desde Nueva York. Nos concedió una breve e intensa entrevista, cansada después de una presentación exigente y afectada aún por el jet lag y el aire acondicionado del avión que la dejó en Barcelona. Pese a la fatiga, la cantante no bajó nunca su nivel de alerta y quiso dejar muy claro su compromiso social y la importancia que da a cada palabra.

Malas Noticias

El título es la traducción literal del nombre del grupo de rock vasco Berri Txarrak, que es otra de las pocas bandas no catalanas que ha participado en esta serie de conciertos de tinte rebelde en el cual también ha estado Tijoux.

Se podría hacer más de un paralelismo entre las malas noticias para muchos chilenos y para muchos catalanes. Hablar de un profundo malestar que llegó a su punto de ebullición y luego ha ido bajando en ambos lugares y casi en las mismas fechas.

Las buenas noticias son que la cultura, posee esa magia que transforma las malas noticias en arte, la furia en música. Y así ha pasado. Así lo ha hecho Ana Tijoux dando un giro festivo al cacerolazo y convirtiéndolo en una canción.

Popular y culturalmente, gran parte de Cataluña eleva su malestar de una forma más colorida, más musical, más vistosa; mucho más positiva, entusiasta y seductora que quemar contenedores y menos tóxica también. El enfado viene en forma de ironía, de arte. Aparece en los carnavales de los pueblos, de los barrios, entre el público que va a ver los “castellets”. Las fiestas populares, los festivales por toda Cataluña, son cada vez más relevantes y crecen de forma exponencial. Entre canción y canción, saltan las consignas, los manifiestos, todos en la misma dirección pidiendo ya sea la independencia, la república o al menos el reconocimiento de una identidad propia, de una soberanía.

Santiago de Chile, Vilanova, Barcelona, Bruselas

Otro vasco que ha participado en este peculiar festival, que se nutre de voluntarios, es Fermín Muguruza, que también estuvo en Bélgica apoyando la causa solidaria de este concierto. Por eso el cantautor franco-español, ex líder de Mano Negra, Manu Chao, que, semanas atrás, estuvo en Chile, calzó tan bien en este tipo de festival con una mirada crítica tan marcada. Manu Chao hizo un único concierto grande en 2016 y fue en Vilanova. Por eso los organizadores catalanes apostaron por la artista chileno-francesa, Anita Tijoux, porque su mirada a la sociedad, su perspectiva es muy afín con la de El Tingladu.

Hubo manifestaciones simultáneas en Barcelona y Bruselas. Concentraciones independentistas en Cataluña y en el barrio de Molenbeek. El festival, nacido en Vilanova i la Geltrú, El Tingladu, viajó a Bruselas, en una edición especial en solidaridad con Valtònyc. El 26 de octubre, organizó en Bruselas, un concierto, para denunciar que hay músicos catalanes (no sólo políticos) que también están en el exilio porque tienen cuentas pendientes con tribunales españoles por las letras de sus canciones, como el rapero mallorquín Valtònyc., contra la represión y defendiendo la libertad, la de expresión y la de los representantes políticos catalanes presos.

Mientras en Chile, desde el 18 de octubre, día en que estalló la crisis social, los acontecimientos se desencadenaban con manifestaciones pacíficas y otras más violentas, oleadas de represión, más de 20 muertos, cientos de heridos y más de medio millar de detenidos.

Los vascos de Berri Txarrak (en castellano, malas noticias), fueron los primeros no catalanes, invitados a un festival gratuito de música y cultura catalana que organiza la asociación cultural sin fines de lucro, Can Pistraus, desde 2008 y ha crecido de una forma que nadie previó: de 1.000 a 10.000 personas en las últimas ediciones, celebrado, por cierto, en la Plaza 1 de octubre de Vilanova. Porque la letra de “Cacerolazo”, hoy en España, podría tener problemas para pasar los filtros de la Ley Mordaza. Filtros que han frenado la libertad de Valtònyc, rapero como Anita Tijoux; anticapitalista y antifascista, como Tijoux; que ha sido acusado, entre otras cosas, de injurias a la Corona por las letras de sus canciones.

LA CHILENA INTERNACIONALISTA Y EL FESTIVAL CATALÁN

Elegir a Anita Tijoux para El Tingladu no es casual. Como años atrás, no lo fue pedirle a Manu Chau que viniera a Vilanova. La rapera y el cantante son artistas con sensibilidades políticas y sociales que encajan con el perfil crítico de este festival. Basta escuchar algunas de sus letras para entender porqué un festival como éste podría interesarse en una compositora como ella. O leer en sus redes sociales algunas líneas que reflejan lo que piensa:

“Quizás no nos conozcamos. Pero si usted se indigna ante la injusticia. Entonces somos hermanos”

Al principio del recital había poca gente, luego, en cambio, cada vez más. Desde que salió al escenario, se fue llenando de asistentes y entusiasmo. Fue conquistando al público… O como ella prefiere decir entró en un diálogo con la audiencia. “Es una interacción y eso es lo que me gusta lograr: un diálogo con la música y el público. La música te da fuerza, la única dictadura que acepto es la música, la emoción y así lo vivo”.

En El Tingladu de este año en Vilanova i la Geltrú, la consigna era “Revolución es cambiar todo lo que debe ser cambiado”. Años atrás lo fue: “¡Cultura o muerte!”. Tijoux, no obstante, reconoció no estar enteramente informada de los últimos acontecimientos que ocurrían en Cataluña, “sé que tiene que ver con la recuperación de la identidad y eso es algo que me interesa”.

Y quiso dejar muy claro que ella es “internacionalista”, separando muy bien las sílabas. “No me gustan las banderas” explica, sentada en la Plaza 1º de Octubre de Vilanova (homenaje a la fecha del referéndum catalán realizado en 2017 que ha significado cárcel y exilio para los políticos catalanes). “Sí me gustan las identidades y las ideas, me gusta la gente, y ciertos lugares donde me siento muy bien, como Isla de Pascua, que no es Chile, o Wall Mapu (nombre dado al territorio donde vivían los mapuches).

La cantante nacional Anita Tijoux, alcanzó fama en nuestro país con el grupo Makiza. Ahora está radicada en París donde ya había vivido anteriormente y ha conformado su banda a la que prefiere referirse como colectivo. Ser anti le parece algo muy válido, y se reconoce en muchos antis. “Soy anticlasista, antifascista y antimachista”, dice. Sin comerlo ni beberlo, logró llamar suficientemente la atención de los creadores de la serie norteamericana “Breaking bad” como para incluirla en su banda sonora. “Me hace mucha ilusión que me hayan incluido en su banda sonora -reflexiona-, “a pesar de que es muy comercial, porque es la ‘antiserie’ y el protagonista es el ‘antihéroe’. De poder, me hubiese encantado estar en la banda sonora de “Operación Dragón” con Bruce Lee… Pero esas son circunstancias que yo no voy buscando, y si se dan, bienvenidas”.

CACEROLAZOS

Casi simultáneamente a los cacerolazos contra el Gobierno en Chile, miles de personas en Barcelona participaban en otro cacerolazo, éste en contra del rey Felipe VI cuando viajó a Cataluña para entregar los Premios Princesa de Girona.

Los cacerolazos tienen su historia. Contrariamente, a lo que popularmente se cree, no nacen en Chile, ni tampoco fueron los primeros los que se hicieron contra Pinochet. De hecho, los hubo contra el gobierno de Salvador Allende por el desabastecimiento de productos que se vivió en 1970. Los chilenos no fuimos los primeros en utilizar el ruido de las ollas como arma para mostrar desaprobación contra las políticas del gobierno, fueron los franceses los innovadores en 1830.

Nuestros vecinos argentinos han usado las cacerolas como arma contra el gobierno de turno, primero en 1982, y también en 2001 contra la administración de Fernando de la Rúa.

Y Sebastián Piñera los ha vivido en sus dos mandatos. En 2011 tuvo una buena dosis de cacerolazos contra el proyecto hidroeléctrico HidroAysén y más aún durante la movilización estudiantil del mismo año. Y ahora el cacerolazo, desde octubre, forma parte de la banda sonora de la desaprobación popular con el ritmo de rap que le ha puesto Tijoux, que ya se puede escuchar en Spotify y que en Youtube sobrepasa el millón y medio de visualizaciones.

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