Algunos piden que Harry renuncie a su derecho al trono ¿Es posible?

Desde el viernes pasado la teleserie entre Harry, Meghan y la reina Isabel está más candente que nunca. 

Por Francisca Vives K / @franvivesk

El viernes pasado la monarca emitió un comunicado oficial confirmando que los Duques de Sussex no volverán a representar a la familia real, pues al alejarse del trabajo no es posible continuar con las responsabilidades y deberes que conlleva una vida de servicio público”. Por supuesto, tras este tipo de notificaciones nadie espera respuestas. Sin embargo, Harry y Meghan, no tomarón ni un día para emitir su propio comunicado de vuelta. Con un cierto tono de condescendencia y rebeldía publicaron: “Todos podemos vivir una vida de servicio. El servicio es universal” De ahí en más todo ha sido candela.

El diario The Sunday Times ha publicado un artículo en el que se asegura que el príncipe William, segundo en la línea de sucesión al trono, tras su padre Carlos, príncipe de Gales, está “furioso y triste” por cómo Harry ha contestado a su abuela, la actual reina Isabel II. 

Y es que el comunicado de los Duques de Sussex iba con un poquito de malicia. Entre otras cosas decía que ellos siguen comprometidos “con su deber y servicio al Reino Unido y en todo el mundo” y afirmaban que la pareja “ha ofrecido su apoyo continuo a las organizaciones que han representado independientemente de su función oficial”.

Esta última parte es justamente la que que no gustó a William, que está, como cita el Sunday Times, “muy molesto por lo que ha sucedido” ya que el comportamiento de Harry y Meghan fue “insultante e irrespetuoso”.

“No le contestas a la Reina, simplemente no se hace”, insistían las fuentes.

CAMPAÑA PRO RENUNCIA

El capítulo de esta teleserie ha ido más allá durante este fin de semana, cuando se ha sabido de una campaña para despojar a Harry de su derecho legal al trono. El cabecilla de la misión es el prestigioso biógrafo royal Hugo Vickers (que aparte de llevar 43 años publicando libros sobre los royals ha sido miembro de varios comités organizadores en sucesivos jubileos de la reina), quien está lanzando la idea de que Harry debería renunciar a ser el sexto en la línea de sucesión al trono británico (y con él, su hijo Archie y su futuro hijo o hija, que serían séptimo y octavo).

La tesis principal de Vickers, es que Harry, apartado ya del “servicio” a la Corona y despojado de sus privilegios royals más queridos (sus honores militares y los patronatos más relevantes en su trayectoria filantrópica, especialmente el Queen’s Commonwealth Trust, con el que los Sussex prestaban su apoyo a la juventud de todos los países de la mancomunidad), no tendría ningún rol dentro de la familia real británica.

¿Es posible quitarle ese derecho?

Al parecer sería ciertamente poco probable, considerando una suma de hechos que ni Vickers ni otros partidarios de esta renuncia dinástica ponen sobre el tapete.

El primero de ellos es justamente sobre el tema en cuestión, pero de acuerdo al pensamiento de la propia reina. Por lo que se conoce, ni la monarca ni los otros royals (presumiblemente el príncipe Carlos) que participaron en la reunión definitiva con Harry de hace algunos días parecen querer exigir esa renuncia. Aunque claro, esto fue antes de la respuesta de Harry y Meghan. En todo caso, comenzar a distribuir los derechos sucesorios sería agitar antiguas heridas y por tanto algo que no se contempla en Buckingham. Nadie quiere traer a colación los escándalos de la realeza británica. El de Eduardo VIII -aunque sin su abdicación difícilmente Isabel hubiese sido reina-, las amarguras de Margarita, o el mediático divorcio de Carlos y Diana son sólo algunas de las razones para no querer perturbar aún más el orden, y menos uno tan cercano al trono.

Otra cuestión bien importante, que tiene directa relación con Buckingham y este tema de sucesiones, es uno sensible para la reina Isabel: su hijo, el príncipe Andrés. Lo último que sabemos del duque de York (que hoy es octavo en la línea de sucesión) es que también renunció a sus responsabilidades como royal. Seguramente para no volver. El viernes pasado cumplio 61 años en absoluta soledad y rechazado por pueblo inglés. Quien fuera una vez el hijo favorito de la monarca, e incluso héroe de la guerra de Malvinas, pasa en estos días uno de sus peores momentos, debido al escándalo por abuso de una menor en 2001, vinculada a una red de trata sexual del fallecido financista Jeffrey Epstein. Todo ello ha llevado a que se le indicase sutilmente que ya no es persona idónea para representar a la Corona, que es lo que hacen los royals en activo. Hay que recordar que Harry procuraba seguir siendo royal senior a tiempo no completo, sin embargo su único crimen fue querer sacar a su mujer de Inglaterra antes de que el acoso mediático la devorase como a su madre, Diana de Gales. Muy por el contrario, al tercer hijo de la reina lo acusan, entre otras cosas, de haber mantenido relaciones sexuales con menores. De ahí entonces resulta un tanto absurdo e irreal querer pedir que Harry, por su oposición, renuncie a sus derechos y que alguien acusado de delitos sexuales venga a ocupar, justamente, ese sexto puesto en la línea sucesoria.

Finalmente y no menos importante, aunque más burocrático, tiene que ver las leyes británicas. Veamos. Cuando Eduardo VIII abdicó en 1936, su abdicación fue letra muerta hasta que pasó por las dos cámaras, convertida en ley. Una ley con nombre y apellido: Ley de la Abdicación de Eduardo VIII. Esto porque que las leyes británicas no contemplaban qué sucedería en caso de una abdicación. La ley tuvo que ser adaptada además en los más de 20 países de la Commonwealth que aún equiparaban a la Corona con la Jefatura del Estado. Las reformas de las leyes sucesorias que siguieron en el tiempo, tampoco supieron cómo afrontar estos hechos. Por ejemplo, en ningún documento está contemplado que Isabel II renuncie, tampoco se tipica qué pasaría si Carlos no quisiera ser rey y tampoco qué pasaría si Harry decidiese cortar sus derechos hereditarios. Por lo tanto, antes de cualquier petición o campaña de renuncia, sería completamente necesario formular una nueva ley, que tendría que contar con la aprobación de la cámara de los Comunes y los Lores. Sin esa aprobación, la renuncia de Harry tendría, literalmente, menos peso que un paquete de cabritas.

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