En Estados Unidos, el teatro musical congrega una afluencia constante de jóvenes con grandes habilidades que están ansiosos por ver sus nombres en luces. Pero en Chile, la disciplina aún no despega en su total potencial y la oferta de formación es escasa, de ahí que muchos artistas nacionales decidan probar suerte fuera de nuestras fronteras.
Por Karin Hernández. Fotos: @domingahoffens
El teatro musical es un arte que no sólo requiere de múltiples talentos y habilidades, sino también de estar en el lugar correcto. Es por eso que Dominga Hoffens (27 años), una joven “performer” chilena, decidió probar suerte en lo que considera como un lugar de peregrinación para los seguidores de este arte y probar suerte en Nueva York, con el fin de desarrollarse profesionalmente y estar más cerca de Broadway y sus escenarios.
“Al principio todo partió como un hobbie. No entendía el teatro musical, solo sabía que quería actuar, cantar y bailar al mismo tiempo; y así fue como en 2011 llegué a la academia de la talentosa Maitén Montenegro, que es probablemente la show woman más reconocida del país. Mientras hacía mi diplomado en su academia, la Fundación MM (antes MDA Studios), es que se me empezaron a abrir poco a poco las puertas. Tuve la oportunidad de tener mis primeros shows y experiencias, que iban desde tours navideños en hoteles y casinos, hasta participaciones en televisión o musicales como “West Side Story” de la Universidad Católica, dirigido en ese entonces por Ramón Gutiérrez, quien es también un referente en el rubro. Mi última gran experiencia en Chile fue en el musical “1995” (de Maitén), donde participé como asistente de dirección y coreografía, y swing -papel que debe aprenderse todos los roles en caso de reemplazos-”, detalló la artista.
Por otra parte, tenía claro que, si quería seguir avanzando en su carrera e internacionalizarse, debía conocer más sobre el tema y aprender cuanto antes inglés. Es por eso que, en 2017, decidió viajar a Inglaterra, donde no solo pudo ver los mejores espectáculos del West End de Londres, sino que también pudo tomar clases con grandes personajes de la industria, durante todo un año.
“¡En Inglaterra vi musicales que me cambiaron la vida y me impulsaron a seguir adelante! Volví a Chile y decidí audicionar para AMDA, una prestigiosa universidad de Nueva York, que está enfocada en formar profesionales del teatro musical. Cuando entré me sentí súper sola al principio, pero siempre enfocada y con mi objetivo en mente. El training es muy exigente, me chocaron un poco la mentalidad y frialdad de la industria, pero esto me mostró también cuáles eran mis capacidades”, agregó.
La vida en Nueva York es cara por lo que los artistas en su situación suelen tener más de un trabajo. Dominga ha participado ofreciendo obras de teatro para niños y workshops. En la distancia, dice que el teatro es su familia. Formó parte de una compañía itinerante llamada Galli Theatre con la que viajó por distintas ciudades, participando en colegios, festivales y haciendo teatro callejero.
“También di clases de hip hop a niños en Broadway kids y de teatro musical a niños de 3-4 años. Y como el costo de vida acá es tan alto, en paralelo trabajé en un restaurant súper fancy como hostess y canté, por casi un año también”, explicó.
Cuenta que a ese restaurante iban muchas celebridades a comer. “Un día fue Uma Thurman cuando yo estaba trabajando, casi muero de emoción. Vi también a Aaron Tveit, que trato de entrar súper infiltrado con lentes y mascarilla, pero lo reconocí igual. Él, en ese tiempo, era uno de los personajes principales del musical de Broadway “Moulin Rouge”.
Asimismo, Dominga ha dado clases de estilos urbanos en Dance Project, que es una escuela de baile latina en Washington Heights, en Harlem. Practica hasta seis horas diarias distintos estilos de danzas urbanas, con el fin de tener mayor versatilidad en los escenarios. “He hecho muchas cosas diferentes que incluyen al menos: teatro, canto o baile. Trabajé también como bailarina en la compañía RumbaMena, donde hacíamos shows latinos en diferentes lugares de encuentro y también canté muchas veces en reconocidos cabarets venues en Manhattan.
Dominga ha audicionado para varias producciones, pero la última ha sido sin duda la más importante. “Corrí para llegar a la audición y la canción que me dieron era un trabalenguas. Fue muy chistoso porque se me olvidó casi todo. Me enredaba y no podía cantarla de los nervios. Pero me daba mucha risa y ellos (los evaluadores) del otro lado de la mesa, también se reían mucho. Fue desastroso, pensé: no creo que pase. Y ese era el último callback. Y no me llamaron más. Un mes después, cuando ya me quedaba una semana de visa de trabajo me llegó un mail diciendo que querían expandir el cast y deseaban verme de nuevo. Era todo lo que buscaba y quedé. Se trata de un contrato por varios meses en una experiencia de Disney. ¡Dije que sí! No podía más de felicidad y emoción. Y al otro día, lamentablemente me di cuenta que mi visa caducaba en una semana y no había nada que pudiese hacer para tomar el papel. Así que tuve que rechazarlo, mientras tramito mi visa de artista. ¡Fue horrible! Pero todo es por algo, eso me dejo ver que me esperan cosas grandes en Nueva York… ¡Y no me rendiré hasta lograrlo!”.