Jordi Castell: Cambio de piel

Un año marcado por la pandemia, el sur de Chile, despojos personales, amores animales y una separación. El fotógrafo asegura que hoy solo quiere avanzar.

Por Bernardita Cruz Baraona (@bernicruzmr) / Fotografías Guille Vargas Pohl (@guillevargaspohl)

Hace un par de semanas cumplió 55 años, pero sin duda todo lo que le ha pasado en estos últimos meses han marcado un quiebre en su vida. Dice que ya no es el mismo. Confiesa haber estado destruido pero que de a poco ha logrado irse rearmando. Quizás su sangre árabe y las enseñanzas de su abuelo, quien fue una persona crucial en su formación, lo han obligado a ponerse de pie nuevamente.

Sin buscarlo, la pandemia trajo para este fotógrafo y comunicador una nueva vida. En medio de las escalofriantes cifras del Covid-19, partió rumbo al sur de Chile junto a Juan Pablo Montt, de quien se separó hace muy poco. Una herida abierta que cuida con recelo y respeto hacia quien fuera su marido por más de dos años.

“Es tan arrollador lo que pasa cuando se acaba un matrimonio o una relación… Porque son muchos intentos que hicimos para tratar de que esto resultara, con harto esfuerzo y durante mucho rato. Los dos somos buenas personas que siempre apostamos a un proyecto de familia y no resultó”, confiesa.

Lo cierto es que los últimos meses de la pareja los vivieron principalmente en la isla de Chiloé, en medio de una naturaleza exuberante, lejos de las comodidades. Ahí, se instalaron en una cabaña “de veraneo”, como la describe. “Era bien chica, sin lujos y con mi creatividad mega homosexual (ríe), comencé a meterme a todas las otras cabañas y empecé a sacar frazadas chilotas, bajadas de cama, los manteles y entre pito y flauta armé la nuestra con puras cosas sacadas de otros lados. Me encantó. Y desde ahí hice mis Lives en Instagram”, agrega. Es que si hay algo que también lo ha marcado en el último año es que se ha transformado en un referente de esta red social, la que incluso no solo le ha permitido trabajar sino, además, darle cabida y visibilidad a centenares de pymes.

La idea original de su estadía en Chiloé era entre 10 y 15 días, los que se alargaron cuando decretaron Fase 1 en Santiago. Finalmente fueron cinco meses.

En ese tiempo y en medio del otoño e invierno chilote, la alegría y la pena, llegaron a su vida con la misma intensidad. Jordi se refiere a Topacio, hoy en día casi una estrella en su Instagram. Porque su gata brilla con las historias delirantes relatadas por el fotógrafo quien firma en nombre de ella y que transitan con ironía en la política, vida sexual, moda, belleza, decoración y demandas sociales.

“La topacio fue otro accidente. Yo un día andaba caminando con nuestro perro Marley a 7:30 de la mañana, con frío, en otoño, y de repente empiezo a escuchar unos gritos, alaridos… el perro avanza y me trae entremedio de su hocico una cosa chica, peluda, que era la gata. La metí dentro del gorro de la parka y llegué a la casa desesperado aleteando y despertando a Juan Pablo diciéndole ‘¿qué hacemos?… mira a esta niñita cómo está de desnutrida’ Tenía dos costras en los ojos. Y ahí empezó a armarse todo este accidente que terminó siendo nada el azar”, recuerda.

-Y no solo llegó ella a tu vida.

-Claro, después llegó Nina Simona, que venía también de una mamá que había muerto y con una infección feroz. Esta niñita iba a llegar como hogar temporal a mi casa. Tenía 25 días.  Y ahí está ahora (lo dice mostrando como su perra descansa plácidamente sobre el sofá)

-Topacio y Nina Simone han acaparado tus redes sociales y han dejado ver un Jordi bastante desconocido, muy conectado con los animales, con un instinto paternal…

-Es que, en el caso de la Topacio, era una gata dañada y que necesita aun mucha ayuda. Ella no puede salir sola, no ve, no puede bajar escalones, depende 100 por ciento de mí. Al principio había que hacerle curaciones con hojas de té, darle antibióticos… me gasté la vida en remedios, pero me dio lo mismo. Y tú lo dijiste… hay algo de instinto paternal que me estalló en Chiloé… (se emociona)

“Paralelo a todo eso, empecé a verle unas cosas que le aparecían a Marley”, comenta refiriéndose al perro que tenía junto a Juan Pablo y que los acompañó durante años. “Entonces mientras llegaba toda esta bomba de felicidad y vida, empecé a negar el que teníamos que despedirnos de él”, confiesa. Marley finalmente murió.

-En el caso de Topacio… a ella la has transformado en un personaje con fotos y relatos que tienen cientos de comentarios en Instagram.

Eso fue mi mente enferma (se ríe a carcajadas). Tuve la necesidad de construir un alter ego que hablara de política, que fuera más desinhibida y deslenguada que yo…. Tengo contratos comerciales y ella no (ríe nuevamente).

“Me han llegado muchos mensajes incluso pidiendo que la Topacio tenga un libro, un Instagram sola, pero también tiene que ver conmigo, con esa cosa de trasvestirme (ríe) y darle vida a una hembra que de repente anda con ganas de hablar de actualidad, de tener sexo desenfrenado… ella es súper ‘bitch’… basurea a su papá, o sea a mí, a todo el mundo, a los políticos, porque convengamos que estamos en la crisis política más grande que hayamos tenido. Entonces, nos reímos de las atrocidades que están pasando con nuestros líderes, no nos vamos a poner a llorar”, comenta.

-¿Qué tanto te interesa la política?

-Me preocupa porque me crié en una casa donde me enseñaron a leer sobre ella, a darle la importancia que merecía la vocación de servicio público y sobre todo las administraciones de bienes del Estado en forma responsable desde el compromiso por equidades, progreso… Pero de eso no queda mucho. Yo al menos no veo gente con vocación sino más bien estrategias empresariales o económicas. Y veo también que hay un éxodo hacia la comodidad, a la falta de interés por preocuparte de hacer una república más ordenada, más inclusiva…

“Me parece una falta de respeto que las mismas minorías sexuales no salgan a pedir y reclamar cosas con las que, me incluyo, estuvimos muy cómodos durante todos los gobiernos de la Concertación, jurando que toda esa gente supuestamente moderna iba a diseñar algo para nosotros. Sin embargo, tuvo que venir Sebastián Piñera a aprobar el Acuerdo de Unión Civil. Cuando Bachelet dijo que ella no estaba de acuerdo con el matrimonio igualitario, cinco días antes de dejar su mandato, le presentó al proyecto a Piñera. Cuando yo veo esas cosas, me siento traicionado. Por supuesto que no me va a dejar de interesar la política, pero lo que veo hoy es un circo de mala muerte de puros oportunistas.

-Estamos a días de una nueva elección presidencial, ¿tienes claro tu voto?

-Súper claro. Pero te confieso que tuve esperanzas cuando pensé que la pelea iba a ser Sichel versus Boric, fue un “qué bueno, Chile está entendiendo” pero, con Kast, vuelvo a sentir que es un país miserable y que tenemos lo que merecemos como tercermundistas que somos.

-¿Y te interesaría participar en política?

-Feliz colaboro con iniciativas que sean cercanas a mí como la cultura, pero alcalde y cosas así… prefiero ser una celebridad en decadencia (carcajadas) Es más honesto, no voy jugar con la plata de nadie ni con los sueños de las personas.

“Estoy en otra”

-¿Tu estadía en Chiloé cambió tu mirada del país?

-Vaya que me sirvió. Ser ermitaño es un ejercicio de humildad y espiritualidad diario. No quiero quedarme en el “yoismo” pero de partida estar en una isla donde ves a diario la pobreza que es mucho más descarnada que la que vemos en Santiago, cambia todo lo que pensabas.

-¿Y también cambió la mirada hacia tu persona?

-Me he pasado a vida haciendo un trabajo de mucha revisión. Por suerte he tenido la oportunidad y los recursos, entonces he invertido mucho en psicoanálisis, terapia y trabajo espiritual… Esta vez, con la pandemia hice un coladero en el que finalmente dejé de ver a gente que no era tan cercana y elegí estar con personas más positivas. Estoy en un profundo momento de limpieza, de solo ver a quienes me hacen bien, que enganchamos con lo que nos gustan. Como que hay cosas con las que ya no tengo paciencia, ni de ir, estar o bancarme. Estoy viejo. Estoy con un cambio de piel que necesitaba”, comenta.

-También debes haber cambiado con tu separación…

-Lo doloroso también debe convertirse en aprendizaje cuando no hay daño, no hay violencia, cuando hay puras ganas de mejorar nuestra calidad de vida.

-¿Conocieron lo peor del otro en pandemia?

-Sí. Como le pasó a mucha gente.

¿Y también conociste lo peor tuyo?

 -Yo lo conocí mucho antes, cuando se murió mi abuelo.

¿Y qué es lo peor tuyo?

-La necesidad de controlar hasta lo que siento. La imposición que termina siendo un poco patológica de parecer lúcido, equilibrado y que al final me ha traído costos emocionales súper elevados. Pero también lo peor mío es tener que enfrentarme a todos los fantasmas que tengo…

¿Como cuáles?

-El fantasma más grande es ver dónde está el límite entre ser una buena persona y empezar a ser una mala. Tengo una carga valórica feroz y de repente me veo diciendo cosas que no debo y es con lo que tengo que estar conviviendo.

-¿Como lo que ocurrió con Marcelo Ríos cuando murió tu perro y tuvo crudos comentarios al respecto?

-No lo controlé pero tuve un núcleo de contención que me obligó a quedarme callado. Lamentablemente este hombre dispara, se río de la muerte de Marley y no quiero responder con la misma fuerza. No tengo ganas la verdad. Yo quiero construir, avanzar, estoy en otra.

-¿Y cómo construyes tu vida luego de una separación?

-Es complicado. Yo soy un hombre de mucha esperanza, soy trabajador, disciplinado y lo único que me propuse cuando veía que venían todas estas tormentas y temporales era salir adelante y que nada me detuviera. Incluso hablé con mi psiquiatra y le dije “hazte cargo y diséñame el tipo de hombre que yo necesito ser ahora”. Básicamente estoy optimista, positivo, me fascina mi trabajo, me encanta mi casa que la tengo preciosa. Entonces igual trato de avanzar y salir de esto.

-¿Qué te parecen los comentarios y especulaciones sobre tu separación?

-Para ser honesto, todos los rumores sobre mi vida en general nunca me han importado mucho. No sé si es un defecto o una cualidad pero la verdad, lo que opine el resto de mí nunca me importó. Más ahora que soy una persona pública. Entonces, las teorías que se inventen que haga felices a quienes las quieran escuchar pero aquí cada uno tendrá su versión, no es algo que me quite el sueño.

-¿Qué es lo que más te duele sobre el término de tu matrimonio?

-Es que era una relación que venía agonizando hace tiempo. Me tranquiliza saber que ahora los dos tenemos paz y que probablemente vamos a estar mejor uno lejos del otro.

-¿Descartas una reconciliación?

-Lo descarto completamente porque creo que las relaciones se quiebran una sola vez, el amor se acaba una sola vez y creo que es bueno respetar los ciclos. Por eso soy tan cuidadoso con las relaciones que se acaban, por la forma, por terminarlas en paz, esperar que al otro le vaya bien, que sea feliz, que esté bien… Eso me da mucha más esperanza que estar pensando en volver a reconquistar a alguien que sé que ya no es compatible conmigo o yo con él.

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