Para entender un sueño, no hay que olvidarlo: aquí te decimos cómo hacerlo.
Por Francisca Vives K. / @franvivesk
Hay muchas cosas maravillosas y asombrosas en el mundo que han llegado a existir gracias a los sueños de sus creadores: la tabla periódica de Mendeléyev, el argumento de la historia de Frankenstein, la superproducción Terminator y la saga Crepúsculo; la construcción de una máquina de coser, un poema de Edgar Allan Poe, la melodía de Yesterday de Paul McCartney. Según las notas de su biógrafo, el científico James Watson descubrió la estructura de la doble hélice del ADN tras soñar con dos serpientes entrelazadas; el filósofo francés René Descartes vio en los sueños una metodología de la ciencia llamada Scientia Mirabilis y el psicoanalista austriaco Sigmund Freud escribió La interpretación de los sueños inspirado en un sueño que había visto en la víspera del funeral de su padre.
Por un lado, es una gran suerte que todas estas personas recordaran bien los sueños para utilizarlos en beneficio y alegría de la humanidad. Por otra parte, la lista apela a una pregunta inquietante: ¿cuántas ideas asombrosas y descubrimientos revolucionarios han surgido en los sueños y se han olvidado sin dejar rastro antes de hacerse realidad, proporcionando al soñador 15 minutos de fama, fortuna o reconocimiento internacional?
Según Robert Stickgold, profesor de psiquiatría y director del Centro para el Sueño y la Cognición de la Facultad de Medicina de Harvard, la posibilidad de tener percepciones nocturnas es uno de los argumentos de peso a favor de recordar los sueños.
El hábito tiene beneficios más prácticos que son igual de importantes: recordar (o mejor aún, llevar un diario de sueños) los sueños te ayudará a comprender mejor el significado de los mismos y, por extensión, de tu propio ser.
Por qué soñamos
Absolutamente todas las personas sueñan. Es una función natural y obligatoria del cerebro, incorporada al cuerpo por defecto. La peculiaridad de los sueños depende del ciclo de sueño en el que nos despertemos. Las más vívidas parecen ser las que se interrumpen durante la fase de sueño REM (movimiento ocular rápido), que se acompaña de una mayor actividad cerebral. La persona media pasa unos 90 minutos en esta fase y tiene unos cinco sueños por noche. Aplicando unas sencillas matemáticas, podemos calcular que vemos más de 100.000 sueños en nuestra vida.
La función del sueño REM no se conoce del todo. Existen diferentes teorías sobre su función. Los estudios de laboratorio sobre la fase RBD han demostrado la necesidad de esta fase para las funciones vitales del organismo: sin ella, no duraríamos ni un mes.
Además, no hay duda de que los sueños son portadores de información, cuya naturaleza y significado secreto la humanidad se esfuerza por descifrar desde hace casi 4000 años.
El libro de sueños más antiguo que se conoce, el Papiro III de Chester-Bitty, que ha llegado hasta nuestros días, fue creado en el antiguo Egipto alrededor de 2.000 años a.C. El manuscrito se conserva en el Museo Británico y contiene la interpretación de 200 sueños, así como descripciones de rituales mágicos para protegerse de los espíritus malignos. Desde entonces, se han escrito multitud de libros de sueños (guías que explican los objetos y acontecimientos vistos en los sueños) y se han inventado diversas técnicas e interpretaciones, que no sólo no han hecho avanzar la comprensión del tema, sino que tampoco han disminuido el interés por el potencial informativo de los sueños.
Por qué nos importa la esencia de los sueños
Milenios después, una cosa sigue estando clara: un sueño es un juego de la imaginación y definitivamente tiene un significado al que se quiere dar sentido. ¿No hay algo místico en el hecho de que la mente soñadora incluya el acceso a mensajes ocupados en el formato de imágenes y sonidos que en realidad no vemos ni oímos?
Como se ha mencionado en los ejemplos anteriores, los sueños pueden contener pistas, orientar la acción, servir de fuente de inspiración, contener profecías, imágenes y símbolos, así como proyecciones psicológicas de experiencias personales. El psicólogo estadounidense Gustavus Miller, autor del famoso Libro de los sueños de Miller, estaba convencido de que los símbolos que vemos en los sueños no son un conjunto aleatorio de temas y ofree en su manual una interpretación detallada de las imágenes vistas y advertencias de cambios inminentes.
Los más famosos investigadores de los sueños, Sigmund Freud y su colega, el psiquiatra suizo Carl Gustav Jung, consideraban que los sueños eran una proyección del inconsciente que quería comunicar información importante al soñador.
El trabajo de eminentes psicólogos ha dejado claro que los libros de sueños resumen la esencia de los mismos, mientras que su significado debe descifrarse individualmente. Aunque el enfoque de los científicos tenía diferencias fundamentales (Jung no compartía el concepto de Freud de que los sueños son una “cifra” de deseos insatisfechos), les unía el entendimiento de que los sueños debían ser recordados y analizados, porque el inconsciente tiene información útil para su uso en el presente y el futuro.
Cómo recordar los sueños para entender su significado
El profesor Stickgold afirma que la pregunta más habitual que le hacen es “¿Por qué no recuerdo mis sueños? “¿Cómo los recuerdo?”. Es más fácil de lo que parece: sólo hay que seguir algunas reglas.
- Intenta no moverte cuando te despiertes. Tanto si te levantas para tomar agua como para prepararte para el trabajo, quédate quieto un par de minutos y piensa en lo que has visto. Es importante que te quedes en la misma posición en la que te has despertado, porque cualquier movimiento hará que la visión desaparezca de tu mente como si nunca hubiera ocurrido.
- Hazte algunas preguntas. Sin moverte, pregúntate mentalmente: “¿Qué pasó allí?”, “¿Cómo me siento?”, “¿Quién estaba allí?” “¿Qué he hecho?” Las preguntas orientativas te ayudarán a reconstruir las imágenes que viste y las emociones que experimentaste.
- Escribe lo que has visto. Aunque hayas soñado algo muy importante, sorprendente o tan espectacular que te hayas despertado de la impresión, con lágrimas o con una sonrisa, no lo dudes: el sueño se desvanecerá de tu mente en un minuto y medio. Busca enseguida tu cuaderno o tu teléfono y anota lo que ves sin moverte de la cama. Según el profesor Stickgold, llevar un diario de sueños es una habilidad muy útil si se quiere entrar en contacto con el inconsciente.
“Convierte el ritual de registrar los sueños en la memoria o en el papel en un hábito, que estimule el músculo de la memoria y la analítica básica cada mañana”, aconseja Stickgold. Ser capaz no sólo de recordar sino también de comprender tus sueños aportará claridad a tu vida. Así, desarrollarás una comprensión más profunda de ti mismo, de tu comportamiento, del mundo y de la gente que te rodea, y estarás más seguro y relajado para superar las dificultades que surjan. Porque lo que realmente queremos decir cuando decimos: “Necesito consultar este pensamiento con la almohada”, es: “Espero obtener una pista en mi sueño sobre lo que debo hacer”.