Arjona en blanco y negro

Ricardo Arjona, quien se independizó hace años de la industria discográfica, estrena “Blanco y negro”, un disco doble que será lanzado en dos partes. Los fanáticos ya pueden disfrutar de las primeras 14 canciones de “Blanco” en todas las plataformas. Y en esta entrevista de lo que el músico opina de esa industria, de la pandemia, los amigos y mucho más.

Texto y fotos Metamorfosis. Adaptación @franvivesk

Con la sinceridad que sólo un vivido músico de 56 años puede entregar, añadiendo además las extraordinarias circunstancias mundiales de pandemia, Ricardo Arjona confiesa: “Yo no estoy peleado con nadie, tampoco con la industria, nada de eso, solo me siento con la libertad de decir lo que siento justamente por la falta de favores que tengo para devolver”.

Nada, o muy poco se sabía del Coronavirus, cuando el músico guatemalteco tenía terminada una producción de 24 canciones. Y el proceso no había sido menor. El estudio de Abbey Road, sí el mismo donde alguna vez grabaron los Beatles, fue el sitio donde se generaron los sonidos y voces de “Blanco y Negro”, con la esperanza de lograr una pureza acústica que llevara a otro tiempo o que quizá simplemente trajera la música a un presente real.

“Lo grabamos absolutamente en vivo. Lo retocamos muy poco. Tiene gusto a músico en vivo y a cantante y compositor feliz, dice Arjona. Y agrega:  “Lo que le pase a este proyecto será todo felicidad extra porque ya nos dio mucha felicidad cuando lo hicimos. Son dos discos. Blanco, que ya salió con 14 canciones y Negro, que, aunque ya está hecho, saldrá después”.

Y claro, porque nadie contaba con la maldita astucia que traería un virus proveniente de China y que haría mil un estragos en todo el mundo y en todo tipo de industrias, incluida, cómo no, también en la musical. Porque Arjona, al igual que todos vivió una larga cuarentena y de ella dice: “Yo soy un tipo acostumbrado al confinamiento, me jode que me haya sorprendido este encierro con dos discos ya hechos y 24 canciones producidas, por consecuencia me quedaron muy pocas ganas de seguir componiendo, aunque entiendo que este encierro era ideal para parir canciones”.

Pero antes de aquello, cuando la libertad, ese derecho universal que todos tenemos estaba a salvo de agentes infecciosos, Arjona componía tras un paréntesis de tres años desde “Circo Soledad”. Sobre ese proceso de composición el músico cuenta que una semana después del último concierto de la gira que hizo promocionando aquel álbum, “empecé mintiéndome como siempre. Supuestamente dedicaría el siguiente año a escribir una novela (siempre dijo que es su verdadera vocación) pero a la tercera semana ya estaba en el estudio inventando un proyecto de duetos que se llamaría “Mujeres”.  Doce canciones inéditas grabadas a piano con 12 mujeres distintas. Hasta que una noche en un bar de Londres lo cambió todo. Nació la canción “Hongos” y el rumbo se fue para otro lado y yo con él. Me encontré con el hecho de defender los sonidos de la música básica. Hoy, todo el mundo se adapta para encontrar un espacio en la radio. No tengo nada en contra de ningún género, pero sí tengo una animadversión especial por los que se suben al colectivo que mejor les quede, aunque los lleve a cualquier lado.

Hicimos un libro que contiene desde fotografías, poemas inéditos, hasta cuentos cortos. Es una pieza impecable y una de las mejores cosas que hice en mi vida”.

¿Crees que vas a sorprender con este disco?

Uy… sabes qué creo, después de analizar el trayecto de esta entrevista, que estoy sonando inmensamente arrogante, pero ya no hay manera de volver (risas). En realidad, es el lujo de poder decir exactamente lo que siento. Pero de tu pregunta te voy a contestar con la pregunta que me hizo el guitarrista inglés de este proyecto:  justo cuando finalizamos el último tema…. Se sentó al lado mío y me dijo en su inglés británico: “¿Qué mierda vas a hacer con este disco en el lugar de donde vienes? ¿Dónde carajo va a sonar?”, me preguntó. Yo sólo tuve una respuesta…. En mi casa y para mí es suficiente. Este proyecto me impactó y me sorprendió a mí y eso es lo más importante. Pecaría de mentiroso si te digo que no me gustaría que sorprenda a otros. Por supuesto que me gustaría, si tengo claro que los que nos dedicamos a esto en su mayoría estamos corrigiendo problemas serios de personalidad, buscando quizás en otros la aceptación que nosotros mismos no nos damos.

Hay músicos que son enemigos de la música comercial o del pop, ¿qué piensas de ellos?

¿Qué es música comercial? Mis primeros discos de Mozart me los tuve que comprar con mis ahorros, no los regalaban, los vendían.

¿Qué es Pop? un encasillamiento de los gustos.

Pienso que los enemigos de géneros son una muestra de arrogancia estúpida. La música procura los oídos en los que causan emoción. Lo que me emociona a mí no debe de ser lo que te emociona a ti. Hay que sentirse Dios para creerse el dueño del gusto absoluto. Eso es posiblemente la señal más triste de arrogancia, digo triste, porque hay en estos personajes una suerte de tristeza con la propia aceptación de lo que hacen. La inseguridad se manifiesta de muy raras maneras y una de las más frecuentes es justamente disfrazarse de gente muy segura.

Y de aquellos músicos que hacen campaña de conciencia social en sus redes, ¿qué opinas?

Que son libres de generar rebaños y los rebaños son libres de elegir pastor. Aunque no deje de ser triste. Mucho camaleón y mucho inocente. Muy fácil activar movimientos sociales desde la comodidad de una casa que está lejos del conflicto. Pululan protectores del tercer mundo que van de revolucionarios a metafísicos, de artistas a payasos. Charlatanes que se suben a la cresta de la ola que les conviene, agitando ilusos, mientras desayunan salmón en el primer mundo. Casi siempre su nueva preocupación social irá de la mano con el contenido de su nuevo sencillo. Hay mucho panfleto barato y mucho inocente que los compra.

la industria

Arjona, que desde 2015 decidió producir sus propios discos y buscar la distribución con terceros después de una “complicada” relación con la industria discográfica, hoy habla de ella como quien se acuerda de un amigo que te defraudó.

“Lo digo desde el punto de vista de los artistas. Está diseñada (me refiero a la industria) para mantener dormido el proceso creativo. La única manera de sobrevivirla despierto es someterse al rigor de la costumbre de los caminos de siempre. Esto hace que los talentos nuevos decidan conseguirse otros trabajos o adaptarse tristemente a las exigencias de hoy”.

¿Te refieres así a la industria de la música porque sientes que te trata mal?

No, a mí nunca me trató ni bien ni mal. Yo no puedo quejarme, siempre fui una especie de bala perdida disparando al lugar que se le antojaba y siendo una especie de huérfano feliz porque nunca le colgué una medalla a nadie.

Yo no estoy peleado con nadie, tampoco con la industria, nada de eso, solo me siento con la libertad de decir lo que siento justamente por la falta de favores que tengo para devolver.

¿Pero no suena esto a rencor?

¡Jamás! No, no, no. Rencor, jamás.

Mira, yo grabé un disco a principios de los 90 que se llamó “Animal Nocturno”. Después grabé “Historias”, entre ambos vendieron casi 10 millones de discos. Yo nunca soñé con esto, tampoco cobré un peso de eso, pero era feliz. El contrato que firmé en aquella época era contundente en el hecho de que se lo quedaban todo ellos. Algo después se arregló. Pero empezaron a ofrecerme plata por conciertos, por cantar, cosa que también era alucinante para mí y que no estaba dentro de mis sueños. La plata no la usé para comprarme cosas, la usé para hacer con mi trabajo lo que me dio la gana y lo que me dio la gana nunca fue una revancha, fue justamente lo que más me gustaba, hacer mis canciones como yo quería y dirigir mi vida y mi trabajo a donde yo creía, nada más.

¿Te consideras un artista de culto?

No me gustan los artistas de culto. Estos se meten en una jaula aburrida de la que no pueden salir, aunque se les antoje. Me duermen las poses. Yo grabé una salsa cuando la sentí, igual

escribo una canción social que una balada. Pero ¡ojo!, todas, todas me representan y le pongo el pecho a cada una de ellas. Estoy seguro de que algunas cosas de mis primeros discos las depuraría un poco, pero son lo que sentí en su momento. Los artistas que se sienten de culto tienen licencia para el fracaso, por eso hay tantos. Si no les va bien aducen que es porque son demasiado sofisticados. Mucho miedo disfrazado en ese ambiente.

¿Tienes amigos en ese ambiente?

Formé parte del gueto hasta que me fue bien (risas). Después no quise jugar al erudito, ni tener que andar de intelectual midiendo las palabras para estar a la altura. Yo sé por ejemplo que “Historia de taxi” tiene un lenguaje que pudo ser mejor tratado y como autor te aseguro que estuve a la altura para hacerlo, pero la esencia de las historias siempre deberá ir primero que la exactitud y la matemática. Estos muchachos tienen mucho equipaje de carga, ¡no me gusta! Yo voy a la casa del que sé que no le molesta que suba mis zapatos a su mesa de centro. Si sé que no puedo, los subo en la mesa de mi casa con mi gente. No escojo mis grupos por conocimiento, los escojo por felicidad.

Leí un texto que decía: “Me aburrí”. ¿Te aburriste?

Sí, de la industria sí. Nunca me gustó, pero me entretenía. Hoy solo me aburre. No sé bien cuánto tiempo podré soportarla porque a pesar de la independencia sigue habiendo lugares donde lamentablemente hay que coincidir.

Pero hoy te sientes…

Más joven, más feliz y más peligroso que nunca (risas).

Para escuchar el disco “Blanco” completo hay que hacerlo a través de un sistema de membresías en el sitio www.ricardoarjona.com. Y mientras se edita “Negro”, en paralelo y de manera gratuita, el resto de las plataformas digitales tradicionales están estrenando semanalmente una canción acompañada de un testimonial del baladista y cuyo primer gesto fue “El amor que me tenía”, inspirada en Gabriel García Márquez y Macondo.

Puedes mirarlo aquí.

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