Con una elegancia sobria y natural, la colección Otoño-Invierno 2025/26 de CHANEL celebra la armonía entre la moda y la naturaleza, evocando el espíritu libre de Gabrielle Chanel en una pasarela de texturas nobles, bordados luminosos y sutiles guiños bucólicos.
Port Francisca Vives K
Pastoral, poética y profundamente refinada, la nueva colección de Alta Costura Otoño-Invierno 2025/26 de CHANEL fue presentada esta semana en el Salon d’Honneur del Grand Palais de París, un espacio transformado por el diseñador Willo Perron en una atmósfera que remite a los salones originales de la rue Cambon, donde Mademoiselle Chanel dio forma a su visión de libertad y modernidad.


Inspirada en la campiña inglesa y los páramos escoceses, la colección —diseñada por el Creation Studio— retoma los grandes clásicos invernales con una paleta de tonos naturales: crudo, marfil, marrón, verde y negro. El tweed, emblema de la maison, se presenta en versiones que evocan texturas artesanales: abrigo blanco con trenzas bordadas, trajes de mohair en verdes y ciruelas otoñales, y conjuntos que simulan la calidez de la lana rústica o la piel de oveja. Las plumas y los volúmenes livianos añaden movimiento, elevando piezas como pantalones bordados, chaquetas blusón y sobrepantalones con efecto de piel sintética.
Como símbolo de abundancia y emblema recurrente para Gabrielle Chanel, las espigas de trigo aparecen entretejidas en vestidos de gasa, bordadas en cuellos y convertidas en delicados botones-joya. También lo hacen los motivos florales multicolores, que completan esta oda al paisaje natural en chaquetones bordados y vestidos pichi de crêpe satinado.


El espíritu bucólico alcanza su punto culminante en el vestido de novia, con un delicado escote adornado por espigas bordadas que parecen flotar sobre la gasa. Una silueta etérea, sutil y poderosa, que cierra el desfile como una promesa de luz en medio del invierno.


La luz del sol —último elemento inspirador— irradia la colección a través de destellos dorados y plateados: encajes metalizados, bordados brillantes y vestidos de lamé anaranjado que capturan el resplandor de los campos al atardecer. Así, CHANEL rinde homenaje a una feminidad libre, conectada con la tierra y guiada por el instinto, donde la alta costura se convierte en un regreso a lo esencial, pero también en una invitación a imaginar nuevos horizontes.
