Por Francisca Vives K / @franvivesk
06/01/2021
Si ya viste la primera temporada de la serie Netflix “Los Bridgerton”, seguramente notarás que no hay pretensión de su creador Chris Van Dunsen de hacer un retrato fiel del Londres en la época de la Regencia (obviamente, en aquellos años del siglo XIX, no se tocaban, aunque de forma sutil, versionando la melodía y prescindiendo de la letra, canciones de Ariana Grande, Taylor Swift o Billie Eilish), pero eso no quiere decir que todo lo que nos muestra la serie sea una fantasía.
Producida por Shonda Rhimes (“Anatomía de Grey”, “Scandal”), la serie basada en las exitosas novelas de Julia Quinn, nos muestra a los miembros de la numerosa familia Bridgerton, viviendo un sinfín de aventuras amorosas con mucha intriga y picardía. Pero los hermanos Bridgerton no son los únicos protagonistas de esta historia. También está Lady Whistledown (una chismosa anónima que se dedica a ventilar los trapos sucios de la élite londinense) y el duque de Hastings (Regé-Jean Page), todo un galán que, confesamos, ha entrado directo a nuestra hot list de hombres ideales.
Sin embargo, entre toda esta ficción, también hay realidad. Ejemplo de ello son las ofertas matrimoniales y la inquietud social por emparejar a los jóvenes cueste lo que cueste. También las diarios de chismes y comadreo, o la desconocimiento casi obligado en las mujeres jóvenes sobre la sexualidad o el funcionamiento básico del cuerpo humano. Pero tal vez lo más real de la serie sea la Reina Carlota, que, mención aparte, además de ser una de las alteraciones de la adaptación con respecto al material original (no aparecía en las novelas de Quinn), fue una verdadera reina y una muy particular. Esposa del rey Jorge III (1738-1820), fue la primera monarca de Inglaterra descendiente directa de una mujer africana.
De hecho, cuando Archie, el hijo de los duques de Sussex y séptimo en la línea de sucesión del trono de Reino Unido nació en 2019, varios historiadores señalaron que el pequeño no era el primer miembro de la realeza que tenía ascendencia africana, pues esta ya estaba presente mucho antes en la familia real británica. En ese entonces el historiador Mario de Valdes y Cocom, especialista en el tema de la diáspora africana, señaló que había fuertes indicios que confirmaban la historia de que Carlota era descendiente de Madragana Ben Aloandro (1230-?), amante del rey portugués Alfonso III (1210-1279), con una distancia de 15 generaciones.
Duarte Nunes de Leao, cronista del siglo XVI, describió a la amante de Alfonso III como una mujer mora, apodo que en Europa tenían las personas que eran oriundas de los pueblos del norte de África.
Y el eslabón que conecta a esta mujer con Carlota, según Valdes y Cocom, sería la noble Margarita de Castro y Sousa, que vivió en el siglo XV.
“La reina Carlota, esposa del rey de Inglaterra, Jorge III, descendía directamente de Margarita de Castro y Sousa, una rama negra de la casa real portuguesa”
Mario de Valdes y Cocom
De acuerdo a Valdes y Cocom, el enigma de la ascendencia africana de la reina Carlota fue resuelto después de una investigación sobre las personas negras representadas en las pinturas flamencas del siglo XV. Pero las evidencias étnicas son más visibles en las obras pintadas por el artista Allan Ramsay (1713-1784). Aquellos cuadros hicieron historia. En el libro “African Impact: Historical Cross Reference”, el investigador Joseph Johnson le dedica un capítulo entero a la reina Carlota. En él resalta que las características africanas son evidentes en los retratos de Ramsay y la ascendencia es confirmada por la genealogía.
En “Los Bridgerton” la cuestión racial se inclina claramente hacia este lado, por eso se eligió a la actriz Golda Rosheuvel para interpretarla. Además, la figura le sirve a Van Dusen para crear toda una sociedad inglesa ficticia donde el color de la piel no era un problema, gracias precisamente a la Reina Carlota y su influencia en la corte. Ella fue la que otorgó el ducado de Hastings que hereda Simon Basset, y permitió (de nuevo, en la ficción) diversidad en las élites.
Pero más allá de este dato, quien fuera nacida como Sophia Charlotte de Mecklenburg-Strelitz, se convirtió en Reina Carlota al conocer al rey Jorge en 1761. Se casaron apenas seis horas después de conocerse. Y aunque fue un matrimonio estratégico territorialmente, fue muy famoso por su gran estabilidad: estuvieron casados durante casi 60 años, tuvieron 15 hijos juntos y permanentemente se escribían amorosas cartas que demostraban el amor incondicional que se tenían. En eso, nuevamente “Los Bridgerton” aciertan: ambos se amaron mucho, aunque, en la última etapa de su vida, la enfermedad del rey les obligó a vivir separados. Él murió en 1818, y ella solo un año más tarde. En la historia de los matrimonios de la realeza, el suyo fue todo un ejemplo.
Sobre su extrovertida personalidad no hay tantos detalles. Lo que es claro es su gran desempeño en la vida social del Londres de la época, estaba muy involucrada en ella. Otro dato anecdótico es sobre el primer baile de debutantes del que se tiene constancia, oficiado en su honor, y baile anual impuesto por el rey Jorge con el nombre de su esposa para conmemorar su cumpleaños. Es probable que no llegara tan lejos como para contratar adolescentes como investigadoras privadas, eso es parte de la ficción, pero sí es un hecho que disfrutaba de la vida social de todos sus súbditos.
