Dismorfofobia; la peligrosa adicción a las cirugías estéticas que afecta a las celebridades

Mickey Rourke, Renee Zellwegeer, Michael Jackson y Donatella Versace son ejemplos del daño que puede producir el abuso de tratamientos estéticos.

Juan Pablo Valle Castillo / @Jotapezzzz

07/10/2021

El dinero muchas veces puede ser la solución a nuestros problemas o satisfacer caprichos personales que alguien siempre quiso obtener, pero también tiene la capacidad de generar un mal sumamente dañino para las personas e incluso producir cambios irreversibles, ya sean físicos o psicológicos. Las celebridades, quienes gozan de una billetera abultada han conocido en más de una ocasión una diversidad de adicciones y vicios que terminan consumiendo al artista, sin embargo, el enfoque esta vez no son las drogas; es la apariencia.  Aquella que al parecer no logra estar nunca conforme y que gracias al poder económico se profundizan situaciones tan dramáticas al punto de concluir en la dismorfofobia o trastorno dismórfico corporal.

El anhelo de querer cambiar ese pequeño detalle que nos molesta o que nos haría ver mejor ha estado presente a lo largo de la historia a través de distintas culturas e interpretaciones, dependiendo de la necesidad, pero cuando se produce un abuso en la propia imagen corporal es cuando aparece la dismorfofobia. Un trastorno mental caracterizado por una excesiva preocupación, muchas veces obsesiva, de rasgos o detalles físicos que incluso pueden ser mínimos y hasta imaginarios. Esta situación puede generar un desamor hacia uno mismo y generar el deseo de producir “mejoras”; es aquí donde entra el riesgoso dinero por montones de las celebridades.

Uno de los tantos ejemplos en el que las cirugías se convierten en más que un problema es el caso del reconocido actor, Mickey Rourke. Con una infancia difícil ante la violencia de su padrastro y unos años 90 más problemáticos aún llenos de drogas, violencia intrafamiliar, alcohol y celos con su pareja en ese entonces, Carre Otis. El actor intentó volver al boxeo profesional que ejerció antes de conocer Hollywood, pero no pudo ser posible ante las múltiples secuelas en su lengua, nariz y pómulos que el deporte ya le había marcado y comenzaron las cirugías. Hasta hoy, continúa intentando reparar el gravísimo daño que le generaron los diferentes tratamientos y cirugías en su rostro y cabello. Pero la reparación significa otra vez someterse al quirófano; un círculo vicioso difícil de escapar.

El estrés, la ansiedad, la depresión o una baja autoestima y sentimientos de inferioridad son algunos de los detonantes que encaminan hacia una dismorfofobia, al igual que una sobreexposición mediática y circunstancias traumáticas pueden llevar  a las celebridades a sufrir este grave trastorno.

Otro aspecto llamativo del trastorno es la clase social o mejor dicho el poder adquisitivo que poseen, ya que el simple hecho de asistir a un centro quirúrgico una y otra vez no es barato. Las celebridades poseen el dinero suficiente para solucionar esa disconformidad personal que la vida y la exposición mediática pueden provocar en algún momento. Por lo tanto, podríamos concluir que más allá de un aspecto psicológico que impida detener el trastorno, el dinero también es un factor importante en la profundización del problema.

Una leyenda del pop como Michael Jackson, sin necesariamente manifestar que padecía un trastorno de estas cualidades, también se sometió a un montón de cirugías en su rostro que lo hicieron lucir prácticamente como otra persona y en el intento de reparar el daño cometido el resultado era cada vez menos prometedor y más negativo. Incluso cambió el color de su piel en un intento de opacar la aparición de vitíligo en su organismo. A pesar de poseer una fama gigante y un patrimonio titánico, las cirugías fueron pasándole la cuenta al difunto rey del pop.

La prestigiosa diseñadora de moda Donatella Versace lamentablemente es un ejemplo de abuso desmedido de los tratamientos estéticos. A principios de 2005 la emperatriz de Versace apareció con su rostro plagado de botox y con el pasar de los años los resultados de las cirugías han ido empeorando cada vez más ante la búsqueda del reparo. Renee Zellweger, protagonista de la cinta El diario de Bridget Jones y quien fue alguna vez bellísima por sí misma, hoy se suma a la gran cantidad de personas que no logran recuperar la naturalidad de sus caras.

El tratamiento de la dismorfofobia requiere de pilares sumamente sólidos con el trabajo de psicólogos, siquiatras y médicos junto al apoyo del entorno social de las personas como la familia o los seres queridos. No es menor mantener una estabilidad emocional y un fuerte amor propio para evitar desarrollar este o diferentes trastornos; la confianza y la seguridad son materias en las que generalmente no se enfocan mucho los esfuerzos, pero sin duda son importantes para el desarrollo personal.

Las celebridades con su vida glamurosa y llena de excentricidades no se dan cuenta que el dinero, a veces, les produce daño. Pero mientras exista un negocio que se dedique a arreglar esos pequeños detalles que nos afligen, siempre habrá quienes paguen para satisfacer esa necesidad tan superficial y peligrosa a la vez.

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