El director Paolo Sorrentino (La Gran Belleza) se prepara estrenar su filme más íntimo, una cinta en la que recoge su vida en Nápoles y la historia de fanatismo y tragedia que lo une con el ídolo del fútbol argentino Diego Maradona.
Por Francisca Vives K. / @franvivesk / Fotos. Cortesía Netflix
Paolo Sorrentino en el Estadio de Nápoles 
Imagen de “Fue la mano De Dios”
Un adolescente con auriculares mira hacia arriba y observa el horizonte. Contempla el chapoteo de las olas del mar pero, más aún, los sueños de grandeza que parecen llevarlo lejos, donde ninguno de sus familiares y amigos parece haberse llegado jamás. Sueña con el cine, un mundo impalpable pero a años luz, un mundo que parece recordarlo como el canto de una sirena torcida, escondido entre las rocas de la inquietud, dispuesto a no ceder hasta que él, el niño, se entregue a ella. Fue la mano de Dios, la nueva película del director italiano Paolo Sorrentino, en competición en el 78 Festival de Venecia, habla de esto: de un joven que sueña con tomar una ruta alternativa y sus pequeñas alegrías cotidianas, desde los partidos del Napoli de Maradona viendo la televisión hasta la realización de una película rodada en el corazón de la Galleria Umberto, que componen los recuerdos de una infancia feliz, pero empañada por una sombra inesperada. Es la infancia del propio Sorrentino. La infancia que el director, en su primera colaboración con Netflix -la película que se estrenará en cines seleccionados el 24 de noviembre y luego aterrizará en la plataforma el 15 de diciembre-, decide compartir con el público proyectando sus recuerdos en la figura de Fabietto. (Filippo Scotti), el personaje gracias al cual Sorrentino contará su historia más íntima, entre familia, destino, amor y pérdida. No sabemos si a al director le gusta la definición de “película testamentaria”, pero lo cierto es que esta cinta, que cuenta con un elenco que va desde Toni Servillo a Luisa Ranieri, hará que el director vuelva a sus recuerdos más profundos, dando vida a un obra personal y profunda como los fue para Almodovar Dolor y Gloria hace algunos años atrás.
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