ÉPOCA DE PANDEMIAS

Felipe De Larraechea M.
Director Fundación BostonRun

Difícilmente alguien fue capaz de proyectar un 2020 como el que hoy nos toca vivir. Han sido meses convulcionados, repletos de incertezas, frustraciones y miedos respecto de un futuro que nos obliga a ir día a día, y sobre el que nadie sabe muy bien cómo avanzará.

Pero más allá de las generalidades previas, y aterrizando un poco el tema, la realidad nos muestra que diversas comunas se han movido – la mayoría hacia adelante –  en las respectivas fases del denominado “Plan Paso a Paso” impulsado por el Gobierno. Sin duda un alivio y luz de esperanza para miles de chilenas y chilenos a los que el confinamiento ha afectado, pero que ni de cerca aborda problemáticas que por años impactan directamente en el bienestar de la población y que esta pandemia ha dejado de manifiesto.

Veamos. Según la “Encuesta de consumo de alimentos y ansiedad durante la cuarentena por Covid-19 en Iberoamérica”, este periodo de encierro provocó que un 44 % de los chilenos haya tenido un aumento de peso producto de la ansiedad generada por la pandemia y por el haber visto limitados sus desplazamientos diarios, entre otros aspectos.

Dicho 44% torna aún más preocupante otra conocida pandemia que vive Chile desde hace muchos años: la obesidad. Sin ir más lejos, según cifras de la ONG “300.000 mórbidos”, en nuestro país existen 500 mil personas que padecen de obesidad mórbida, es decir, personas que tienen 30 o más kilos al peso que les corresponde en función de su edad, contextura, entre otros. La cifra representa casi un 3% del total de la población nacional y, de continuar esta tendencia, se estima que nuestro país para el año 2030 serán 204 mil las personas que fallecerán producto de la obesidad, de acuerdo a datos proporcionados por la CEPAL. Hoy el promedio ronda las 12 mil muertes al año.

Con razón se ha planteado que los adultos mayores son la principal población de riesgo en el actual escenario de pandemia relacionado con el COVID-19. No obstante, un reciente informe de la Clínica Universidad de los Andes detalló que las personas obesas y con sobrepeso, que llegan a un 74% en la población adulta chilena y 52% en los menores de edad, presentan enfermedades pulmonares crónicas con mayor frecuencia que alguien “normal”, condición que se suma a los problemas que muestran en unidades de pacientes críticos tales como mayor dificultad de intubación y conexión a ventilación mecánica, y un mayor tiempo de hospitalización, entre otros.

Pero lo anterior no significa que no haya medidas que podamos implementar. Ante los preocupantes números de muertes por COVID-19 en personas obesas, diferentes países del mundo están tomando acciones para contrarestar el fenómeno. En México, por ejemplo, recientemente se promulgó una ley que prohíbe la venta de bebidas azucaradas y comida chatarra a menores de 18 años. Esto busca reducir el 34% de población obesa que tiene el país americano.

Pero más que apuntar a la prohibición, aumentar restricciones o a la entrega gratuita de infraestructura deportiva o áreas verdes, sobre ese tema en específico lo esperable es que se avance en políticas públicas o medidas tendientes a educar y poner en su real grado de relevancia lo importante que es incorporar al día a día de la población mejores rutinas alimenticias y la actividad física como un hábito, generando incentivos concretos que impacten directamente en las personas y sus comunidades a lo largo del país, y que al mismo tiempo permitan encontrarle un sentido de propósito a esta nueva conducta que eventualmente debo incorporar. La evidencia de años es sólida en demostrar que no por tener una nueva multichancha en el barrio, descuentos o restricciones en la compra de determinados tipos de alimentos, voy a cambiar el estilo de vida que por años he llevado.

Hoy no pueden haber dos lecturas para interpretar esta situación. La tarea principal que nuestras autoridades y como sociedad debemos abordar, es la de enfrentar con determinación al Coronavirus y sus innegables consecuencias económicas. Pero hacer aquello, no significa dejar de hacer frente a la otra pandemia que nos desafía, la de la obesidad que, en silencio, por años ha azotado la salud y calidad de vida de las personas en nuestro país.

Felipe De Larraechea M.

Director Fundación BostonRun

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